sábado, 9 de febrero de 2013

John Kerry, nuevo Secretario de Estado de los Estados Unidos... pero de nuevo, nada.

 De América Latina, antes incluso de asumir el puesto, el nuevo Secretario de Estado tuvo la virtud de decir un par de frases que resumen lo que es política de los Estados Unidos respecto a nuestra región: que espera una posibilidad de “transición” de Venezuela ahora que el presidente Hugo Chávez está enfermo, y que le gustaría que el modelo que este país siguiera fuera el de Colombia. Sintético aunque no original, el tal Kerry.

John Kerry (der.) garantiza la continuidad de la 
política exterior de Obama para América Latina.
 John Kerry tiene pinta de bonachón, y como tal lo pintan muchos de sus colegas del Senado de los Estados Unidos, del cual formó parte por más de 20 años.


 Es católico practicante, deportista y, en su juventud, formó parte de varias organizaciones de veteranos de Viet Nam. Le gusta la música de los Beatles, de los Rolling Stones, Bruce Springsteen y U2. Es, pues, casi un modelo de lo que fueron las generaciones de norteamericanos posteriores a la Segunda Guerra Mundial, que simpatizaban con valores críticos de la sociedad burguesa que sentían que los asfixiaban. Algunos, más radicales (o consecuentes) que él, se pusieron vinchas en la cabeza, sandalias en los pies y se volvieron hippies. Mucho, tal vez, para quien descubrió “el valor de la libertad”, según cuenta él mismo, cuando siendo niño y viviendo en Berlín con sus padres pasó, por travesura, al lado oriental y descubrió, en su fugaz periplo en bicicleta, que la gente era infeliz porque usaban abrigos oscuros y miraban al suelo.

 Afortunadamente para Barak Obama, que acaba de nombrarlo Secretario de Estado de su país, Kerry, una vez aprendido el valor de la libertad a través de esa lección de vida tan avasalladora, enrumbó su vida siguiendo la vía idónea para ascender en el entramado del establishment norteamericano. Estudio en la universidad de Yale, en donde lo hacía, al mismo tiempo, quien luego sería su contrincante político en las elecciones del 2004, George Bush; fue procurador en Massachusetts y luego senador por 20 largos años.

 Una vez que fuera nombrado como Secretario de Estado hace escasos días, se ha puesto en contacto con colegas de las zonas políticamente calientes del mundo, y con quienes los Estados Unidos consideran aliados clave.

 De América Latina, antes incluso de asumir el puesto, tuvo la virtud de decir un par de frases que resumen lo que es política de Estado de los Estados Unidos respecto a nuestra región: que espera una posibilidad de “transición” de Venezuela ahora que el presidente Hugo Chávez está enfermo, y que le gustaría que el modelo que este país siguiera fuera el de Colombia. Sintético aunque no original, el tal Kerry.

Kerry comiendo comida
basura, típica de México
 y Centroamérica.
 Cada vez que en los Estados Unidos hay elecciones presidenciales, o se dan cambios de esta envergadura en el gabinete, no faltan analistas latinoamericanos que escudriñan los cambios que podrán sobrevenir y especulan sobre algunos temas que ya se han vuelto recurrentes. Uno de ellos es el del bloqueo a Cuba y, ahora, en los últimos años, el de la posición ante Venezuela.

 Poco hay que analizar, sin embargo, al respecto. La política norteamericana no depende de las vicisitudes de uno u otro presidente ni, menos aún, de uno u otro secretario de estado. Respecto a Cuba, independientemente de algunos pequeños cambios, el bloqueo a seguido y seguirá impertérrito, sin dar el brazo a torcer a pesar de que en casi 50 años no han logrado su objetivo fundamental y único que, siguiendo el ejemplo de síntesis de Kerry, podríamos enunciar como tumbar a la Revolución Cubana.

 Y respecto a Venezuela no hace falta que hagan ninguna declaración más: cada vez que han tenido la oportunidad, descalifican al gobierno venezolano y, en la práctica, apoyan todo intento orientado a dar al traste con la Revolución Bolivariana.

 Acorde con la teoría de que en América Latina existe una izquierda “buena” y otra “mala”, una “bien portada” y otra “mal portada”, Kerry llamó a Patriota, Canciller de Brasil, y expresó sus augurios de buenas y profundas relaciones. Es muy grande el mercado brasileño y bastante el poder que esta potencia emergente viene acumulando, como para que Kerry se ande con veleidades como las que manifiesta respecto a Cuba y Venezuela.

 En difinitiva: John Kerry, más de lo mismo.


Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica

Fuente: www.connuestraamerica.blogspot.com.ar

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