La escena podría haber sido otra en el mayor escándalo de corrupción que sacude a la FIFA: Joseph Blatter se "suicidó" por los escándalos de las coimas multi-millonarias que lo salpicaban a él y otros jerarcas del fútbol-negocio, pero los hombres pertenecientes a la cúpula que maneja al fútbol mundial no vieron con buenos ojos plantar un cadáver en Zurich y que Blatter no apareciera más en la escena para dar las explicaciones pertinentes al grave problema que rodea la corrupción en el fútbol-negocio, lo que terminó por suceder es lo de siempre: renunció al cargo por el que había sido reelegido.
Algo huele mal en Zurich: las ratas huyen y se desentienden de todo el embrollo.
A la extrema sobriedad de esta moderna ciudad que es Zurich (sede central de la FIFA), hay que sumarle el aire de desconfianza que hay entre sus ciudadanos, con respecto a la credibilidad de estos dirigentes mega-corruptos, - porque hay que recordar que la FIFA es un ente supranacional independiente con la presencia de dirigentes de todo el planeta, pero Blatter es suizo y eso los debe preocupar -, y además de ese aire de desconfianza con la dirigencia del fútbol, también sobrevuela una pesadez de que la pelota fue alcanzada por la mancha inevitable del negociado y la corrupción.
En estos días los dirigentes de la FIFA desconfían de todo su entorno y al formalizar la posible salida de la UEFA (la federación que nuclea a los países europeos) de la FIFA, a Blatter no le quedó otra salida que la renuncia a su nuevo mandato.
Con la explosión del fusible Blatter, el multimillonario negocio manejado por este, busca un nuevo gerente que maneje los hilos del planeta fútbol-negocio. Un show-bussines que maneja una incalculable masa de dinero por cada mandato de un presidente FIFA y que realiza algo irrealizable por estos dueños del dinero por si solos: el de manejar y manipular los deseos y los sentimientos de los dedicados a mirar este deporte, el más popular que se haya creado en la historia. El más consumido por el borrego matrix.
Con sus miles de millones de dólares bien invertidos en la Illuminatti-FIFA, que como dije antes, su sede central se encuentra en un país judío masón por excelencia. Ahora, las empresas norteamericanas y europeas tiene el camino despejado para boicotear los mundiales de Rusia (2018) y Qatar (2022), ya sin Blatter de por medio y con la tumultuosa marea de la sucia política a su favor. Los medios Illuminattis ya empezaron esa cruzada hace tiempo (ver prensa escrita en la web)
El fútbol-negocio como campo de batalla: la rivalidad político-militar entre EE.UU y Rusia salpicó al juego más hermoso.
Al parecer, los tentáculos de los Rothschild y la masonería iluminada llegan a todos lados. Ellos manejan bastos recursos materiales y humanos, pasando por todo tipo de materias primas, de industrias y además poseen el arma más mortífera de la historia: la banca privada.
Desde que culminó la segunda guerra mundial, después del pacto illuminado de Breton Woods, el mundo siempre estuvo al filo de otra conflagración mundial durante la famosa guerra fría entre los EE.UU. y la URSS.
Para los satánicos Rothschild, el negocio de la guerra siempre fue muy rentable. Comenzaron haciendo buena parte de su fortuna en Waterloo, durante la caída definitiva de Napoleón Bonaparte. También invirtieron mucho dinero en la revolución bolchevique para derrocar a los Romanov (1917) Invirtieron en la polarización del planeta, porque sabían que derrocando el comunismo en el mundo, ellos quedarían como amos indiscutibles del planeta. El avance sobre la China comunista, - que ahora es capitalista -, fue una apuesta de la casa Rothschild, con la famosa visita de Ruichard nixon a ese país en los 70´s. Tiempo más tarde, el Reino Unido tendría la "gentileza" de devolver Hong Kong (1998) al partido comunista chino.
La banca judio-masonica sigue fisgoneando eventos que cambian al mundo una y otra vez. La vieja rivalidad entre Rusia y la alianza anglosajona entre EE.UU., el Reino Unido y sus antiguas colonias, nunca dejo de existir después de la caída de la cortina de hierro y del fin del comunismo.
Esta famosa élite de la élite, también tiene al fútbol-negocio entre sus dedos y a Blatter como el ridiculo muñeco de la torta (la que se llevaron) Quedando aún más expuesto ante la multimillonaria corrupción que alguna vez supieron llevar a cabo. La venganza fue entre una interna feroz entre los iluminados. A Joseph le pasaron la factura de la cual en un principio no quiso hacerse cargo. En todo ese manotazo de ahogado y en un ataque de "heroismo", intentó mostrar a los EE.UU. como un vengador por no darles, aunque sea, una organización mundial en tierras anglosajonas.
Solamente un tonto no se da cuenta de que la interna en la FIFA obedece a intereses entre la poderosa élite del fútbol-negocio, que no son otra cosa que los importantes borregos de los masones iluminados. El propio suizo tuvo que pagar un alto precio por parte de aquellos que inventaron este bello deporte, porque los británicos querían otro mundial en sus tierras y Blatter prefirió no dárselos (se había hablado que el 2018 lo quería el Reino Unido y el 2022 los EE.UU.)
Para acabar con la mafia del suizo, el gobierno de Obama (digitado por asesores que responden a sus jefes iluminados), utilizaron su arma más implacable contra ellos: la evasión impositiva, la misma con la que cayó Al Capone.
Con las cuentas en secreto y la complicidad de varios dirigentes para perpetuar el mandato del suizo, el camino que él quería para ser reelegido en la FIFA estaba asegurado. A cambio de los sobornos y las cuentas en paraísos fiscales, pactaban la lealtad de sus "socios", - tal como se la ofrecía el mismo Pelé cuando le chupaba las medias, o Beckenbauer también cuando lo defendió recientemente -. Joseph les ofrecía seguir indefinidamente en sus cómodos sillones, pero era cuestión de tiempo para que la prensa mundial detallara todo el escándalo de corrupción, poniéndolos a todos en evidencia. Solo faltaba la cabeza del jefe, Joseph Blatter.
Para acabar con la mafia del suizo, el gobierno de Obama (digitado por asesores que responden a sus jefes iluminados), utilizaron su arma más implacable contra ellos: la evasión impositiva, la misma con la que cayó Al Capone.
Con las cuentas en secreto y la complicidad de varios dirigentes para perpetuar el mandato del suizo, el camino que él quería para ser reelegido en la FIFA estaba asegurado. A cambio de los sobornos y las cuentas en paraísos fiscales, pactaban la lealtad de sus "socios", - tal como se la ofrecía el mismo Pelé cuando le chupaba las medias, o Beckenbauer también cuando lo defendió recientemente -. Joseph les ofrecía seguir indefinidamente en sus cómodos sillones, pero era cuestión de tiempo para que la prensa mundial detallara todo el escándalo de corrupción, poniéndolos a todos en evidencia. Solo faltaba la cabeza del jefe, Joseph Blatter.