Podríamos decir que prácticamente todos los países del mundo tienen, -en mayor y menor grado-, corrupción en sus tejidos sociales e instituciones de gobierno. En algunos casos, -como el argentino-, están arraigados en la cultura popular y también en sus dirigentes políticos. Esos que el presidente Javier Milei llama "la casta" y no quieren perder sus privilegios, en medio de una crisis económica fenomenal y progresiva, alimentada por un ajuste brutal en los más pobres. Dicha crisis, es tal vez la peor de los últimos 100 años.
La Argentina ha perdido 50 años de crecimiento.
También es cierto que el pradigma del socialismo como la vía más apta a la solución definitiva al problema de la pobreza y la desigualdad, era en realidad un camino ciertamente engañozo, pues la pirámide social de poder es la estructura para cualquier sistema político que no permite a pleno la justicia social. Al contrario, suele haber un efecto retrogrado, agudizando la desigualdad social y el crecimiento económico.
Cuando hubo un ascenso de las capas sociales más pobres, el mal manejo de los gobiernos y la precaria incersión del país en la globalización comercial, han mantenido o incrementado los bolsones de pobreza en países como el nuestro y en buena parte del mundo.
Alguna vez, la Argentina del peronismo intentó hacer la vida del más pobre un poco más llevadera con la llamada revolución peronista, -desde 1945 y lo que duró la década que gobernó el general Juan D. Perón-, pero eso no echó raíces y terminó en grietas y antinomias. Su líder político y espiritual, -con todo lo que este movimiento de masas significó-, fue un personaje pseudo-fascista y nefasto de la historia nacional.
Se habían logrado muchas conquistas para el trabajador, pero hoy todo esto de los derechos laborales van quedando disminuidos ante un cambio global e histórico. Los mismos sindicatos mafiosos, se han dedicado a enriquecerse en detrimiento de los trabajadores cada vez más empobrecidos y esto ya es percibido por la gran mayoría, que los rechaza.
Arriba los Albini y a la derecha "Chocolate" Rigau. Abajo, Facundo Albini con el ex candidato presidencial, vinculado al lavado y al narcotráfico, Sergio Massa. |
El caso Rigau desnuda un entramado de corrupción estructural en la Argentina
El caso de "chocolate" Rigau, puntero político del peronismo que respondía a dirigentes como Sergio Massa (ex-ministro de economía del gobierno de Alberto Fernández) y al diputado peronista Facundo Albini, no hace otra cosa que deteriorar aún más, la confianza de un pueblo que ha visto deteriorar su calidad de vida, en detrimiento de sus corruptos dirigentes.
De los Albini sabemos que es apoderado del Frente Renovador y de Unión por la Patria (partido de Cristina Kirchner); su padre tiene manejo del área de Personal de la Cámara de Diputados y él también figura como empleado. A ellos los complican unos chats con el puntero Rigau.
Los chats revelan que habían empleados que no sabían lo que cobraban, ni el trabajo que desempeñaban, que el dinero debía ser rendido sin faltantes a Claudio Albini.
Facundo Albini, imputado en el caso de las tarjetas de débito de la Cámara de Diputados bonaerense, donde se investiga una supuesta defraudación al Estado calculada inicialmente en 800 millones de pesos, es un concejal platense del Frente Renovador de Sergio Massa, con mandato hasta 2027 y que tiene un vínculo con la Legislatura provincial a través de su padre, que manejó durante años el área de Personal de la Cámara de Diputados.
Solamente imaginen que el nefasto personaje llamado Sergio Massa (fundador del Frente Renovador), hubiera ganado las elecciones presidenciales. ¿En que hubiera quedado el caso Rigau y Albini, siendo este último apoderado del partido político de Massa?
Que el árbol no tape el bosque: la corrupción en Argenina está desparramada en todos los ámbitos institucionales, con dirigentes que son verdaderos delincuentes de guante blanco, enquistados en el poder.
¿Quienes son los Albini?
Claudio Albini, el padre de Facundo Albini, tiene 67 años y es un funcionario jerárquico de la Cámara de Diputados bonaerense, donde figuran como empleados tanto su hijo Facundo como el puntero Rigau. Claudio Albini manejaba el área de Personal de la Cámara baja desde el cargo de subjefe de la Dirección de Personal. Como su hijo, tiene un pedido de detención vigente en su contra cursado por la fiscal que investiga el caso de las tarjetas, Betina Lacki.
Desde el tercer lugar en la lista que encabezó como candidato a intendente Julio Alak, el ministro de Justicia de Axel Kicillof, Facundo Albini renovó su banca de concejal en las elecciones del 22 de octubre. Es el único de los diez ediles del peronismo en el Concejo Deliberante de La Plata que revalidó su mandato. Es un militante puro del Frente Renovador, estructura en la que logró un puesto clave en el armado electoral, al ser designado como uno de los apoderados bonaerenses por esa fuerza en Unión por la Patria, por lo que estuvo al tanto de todas las listas armadas en la provincia de Buenos Aires. Es apoderado nacional del Frente Renovador.
Se podrían seguir esbosando más entramados y relaciones entre políticos conocidos (ex funcionarios) y punteros políticos que trabajan para ellos, pero hay algo que está sucediendo en la Argentina: el tiempo de impunidad, robo y corrupción que padecen sus habitantes llegará a su fin cuando el pueblo entienda que son la variable de un cambio positivo posible.
Por supuesto hay que descartar a la vieja política. Ya sin el peronismo, movimiento que nació para un propósito de lucha por la justicia social, pero que en realidad ha hundido a un país y a su población por debajo de la línea de la pobreza. Muchos ya están padeciendo las secuelas del hambre, la inflación, la corrupción, el narcotráfico y el lavado de dinero. En este último, todos los gobiernos han sido cómplices y ponen de manifiesto la violencia y la inseguridad.
Fuente: lanación.com