sábado, 30 de junio de 2012

Una de las peores tragedias de la historia Argentina en el olvido.

Argentina: un país sin memoria y con muchas tragedias.


 El viernes 26 de abril de 1985, alrededor de las 21, se desató en Saavedra el incendio más grave que registre la cronología de tragedias de este tipo en la Argentina. Con un saldo de 78 muertos y 192 heridos se trata de uno de los sucesos más dramáticos ocurridos en nuestro país. Fue en la Clínica Neuropsiquiátrica Saint Emilien, ubicada en Crisólogo Larralde 3990, entre Estomba y Rómulo Naón. El fuego se inició en el tercer piso y se propagó rápidamente a las demás dependencias. Un hecho desafortunado como ese se convirtió en una catástrofe por una suma de factores. Tratándose de un centro psiquiátrico, algunos pacientes habían sido dormidos con sedantes como parte de su tratamiento y no pudieron huir de las llamas. Otros hallaron las puertas de seguridad de sus habitaciones cerradas y no pudieron atravesarlas por sus barrotes. Lo mismo ocurrió con algunas ventanas. Las víctimas quedaron así a merced de las llamas y de los gases. Los que no murieron calcinados encontraron su fin por asfixia.

Lo que quedo de la
ex- clínica "Saint Emilien" del
barrio de Saavedra.
Lo sucedido paralizo a la
opinión publica en su momento
con testimonios 
y hechos 
 típicos de una película
de horror.
 Casi todas las ambulancias disponibles de los hospitales metropolitanos fueron puestas a disposición para completar el rescate de los heridos y para el traslado de los cuerpos. Las escenas que se sucedían eran patéticas y morbosas. Los vecinos acudieron a la zona cuando oyeron un helicóptero sobrevolar sus casas por un tiempo demasiado extenso. Al salir a la calle se encontraron con el enorme edificio en llamas, escupiendo fuego por las ventanas que habían estallado a causa del calor. Los bomberos cortaron la luz, por lo que la escena estaba mórbidamente iluminada por las sirenas de bomberos y policías, por los reflectores de los helicópteros y por las danzantes luces rojizas de las llamas. Debido a la gravedad de lo que estaba sucediendo, la policía decidió cercar la zona. No fue una mala idea, ya que muchos de los vecinos que acudían al lugar tenían algún familiar dentro de la clínica. En el momento de la tragedia se encontraban allí internados unos 410 pacientes.

Escenas del terror:

 Los atónitos observadores del incendio vieron cómo una enfermera de la clínica, Beatriz Bustos, de 34 años, se arrojaba por una ventana del tercer piso para escapar de las llamas. Iba envuelta en un colchón. La joven encontró la muerte por el impacto de la caída. También los internos pretendían huir arrojándose desde las alturas. Un gran número de bomberos, con las mangueras de alta presión, escaleras mecánicas y un hidroelevador, luchó por controlar el fuego. A la medianoche hicieron el primer intento de ingresar al lugar, pero aún las llamas dominaban el interior. Cuando dos horas más tarde pudieron realizarse los rescates, los bomberos se encontraron con un panorama tétrico: cuerpos calcinados, un edificio consumido y habitaciones cerradas con trabas y barrotes. Algunos de los rescatados intentaban escapar de las manos de sus salvadores para internarse nuevamente en el infierno, creyendo que en sus habitaciones estarían más seguros.

 El propio superintendente de bomberos de la Policía Federal, el comisario general Luis Manuel López, manifestó que una de las grandes dificultades que tuvieron que enfrentar para el rescate fue justamente el tipo de pacientes que alojaba la Clínica Saint Emilien. Durante el salvataje, y debido a la gran confusión reinante, se perdió el contacto con muchos internos, los que habían huido o se habían refugiado en casas particulares. La policía instó, más tarde, a declarar la situación de las personas para poder confeccionar una lista de víctimas. Tras el vallado se oían gritos de dolor y de euforia, estos últimos cada vez que se leía el nombre de algún paciente que se hallaba internado en un hospital y fuera de peligro. Al mismo tiempo, la desesperación de los que no oían el nombre de sus seres queridos iba creciendo rápidamente. Uno de los bomberos, que actualmente trabaja como plomero, declaró que jamás olvidará el momento en que ingresó a la clínica. Con una lámpara en la mano, encontró a personas calcinadas atadas con cadenas a sus camas. Recuerda que al salir tenía la ropa mojada, supuestamente con agua; sin embargo, cuando llegó a su casa se persuadió de que era suero y sangre lo que empapaba sus prendas.

Casi 30 años y sin justicia.
 Muy pronto, tanto las dotaciones de bomberos como los hospitales entraron en estado de alerta ante la crítica situación. Los primeros evacuados encontraron asilo en la Parroquia Santa María de los Ángeles. Finalmente, los heridos fueron trasladados y distribuidos en el Instituto del Quemado, en los hospitales Pirovano, Alvear, Borda, Piñero, Fernández, Pena y Ferroviario, en las clínicas Lanús, Morón, San Martín y San Cristóbal y en el Sanatorio Norte. A las cinco de la madrugada del sábado 27 de abril los bomberos comenzaron a retirar los cadáveres de las víctimas, la mayoría de ellos carbonizados. Los cuerpos fueron trasladados en un móvil de la Dirección General de Asuntos Judiciales de la Policía Federal hacia la morgue, ubicada en la avenida Córdoba y Junín. La tarea fue supervisada por el juez de primera instancia en lo criminal, Dr. Víctor Petiggiani, quien tomó a su cargo el sumario del hecho. Por disposición del Dr. Raúl Alfonsín, entonces presidente de la Nación, el ministro de Salud y Acción Social, Dr. Aldo Neri, y el secretario de Salud Pública y Medio Ambiente de la Comuna, Teodoro Puga, recorrieron ese mismo sábado todos los hospitales y clínicas a donde se habían derivado a los pacientes.

Sospechosos y culpables:

 La primer acusación respecto del posible causante de la tragedia la realizó, en esos mismos días, un empleado de la clínica que se mantuvo en el anonimato. Según él, Carlos Enrique Braga, un paciente de 19 años apodado "Chapita", habría sido el que comenzó el fuego. Relató que el individuo ya había protagonizado un hecho de las mismas características ocho meses atrás, cuando intentó quemar la sala de terapia intensiva y provocó heridas a cincuenta personas. Emiliana Braga, la madre del joven oligofrénico, había soñado la noche anterior con la muerte de su hijo. Lo contó a su marido y este la calmó. “Dos veces intentó quemar la clínica”, explicó a “La Nación” la señora Braga, aunque aclaró: “Pero él no fue el causante de la tragedia; al parecer, Carlos estaba tomando mate con otros pacientes cuando se declaró el incendio y, en medio de la batahola infernal, rescató a una mujer que se llama Gloria".

 El caso se tornó más complejo y escurridizo. Según consignan los periódicos de la fecha, por ejemplo “Clarín” del sábado 27 de abril de ese año, “el director del instituto, Dr. Omar Del Azar, confirmó que en momentos de producirse el fuego había internados 410 enfermos”. Sin embargo, frente a la investigación de la periodista de “La Nación” Laura Zommer, publicada en ese matutino en 8 de agosto de 1999, el médico negó haber sido el director médico de la clínica y pidió que su nombre no fuera mencionado. Dijo textualmente: “Lo único que le digo es que se olvide de esto. Son cosas que me hicieron bastante mal. No tengo ningún interés en hablar. Fue una tragedia”. Los demás involucrados evaden el tema o simplemente no se los encuentra.

La causa:

 Luis Manuel López, el superintendente de Bomberos, aclaró entonces que si el establecimiento poseía o no la habilitación pertinente en lo que hace a la seguridad de los internos “no es competencia de los bomberos sino un tema atinente a la Municipalidad”. Hasta 1980 existía una disposición que obligaba a este tipo de institutos a gestionar un permiso del Cuerpo de Bomberos, que -previo a la habilitación- debía llevar a cabo una rigurosa inspección. Pero esa norma ya no tenía vigencia para 1985, cuando sucedió el hecho. La ex Municipalidad omitió clausurar la clínica antes del incendio, tal como lo sugería un informe presentado veinte días antes. Según el fallo de la Cámara Civil y Comercial Federal, el incendio se debió a notorias deficiencias edilicias de la clínica. Había poca iluminación, sobreabundancia de camas y faltaba ventilación en el subsuelo. Se habían labrado 46 actas en seis años.

 En uno de los fallos posteriores a la tregedia se afirma que el edificio se encontraba en situación irregular desde 1979. Otro de los elementos curiosos del caso es que, a pesar de haber muerto 78 personas, no más de veinte iniciaron una causa judicial; los demás arreglaron con la clínica o no hicieron el correspondiente reclamo. Entre los casos favorables se encuentra el de Susana Escasany, entonces de 57 años, paciente fallecida durante el incendio e internada por un cuadro de depresión. El 25 de junio de 1999, el juez civil y comercial Raúl Tettamanti y los camaristas Francisco De las Carreras y Jorge Pérez Delgado concluyeron que la Clínica Neuropsiquiátrica Saint Emilien y la Obra Social para el Personal de los Ministerios de Salud, Trabajo y Seguridad Social, junto con la ex Municipalidad de Buenos Aires, resultaron culpables por la muerte de Susana Escasany. La justicia estableció una suma en concepto de indemnización de 158.000 pesos para los tres hijos (60.000, 50.000 y 48.000 respectivamente).

 La repercusión de la catástrofe de la Clínica Saint Emilien se hizo notar en todo el mundo. El mismo sábado del incendio el Papa Juan Pablo II envió un telegrama al cardenal primado de la Argentina, Juan Carlos Aramburu, donde expresó: “Al recibir la noticia del trágico incendio ocurrido en una clínica psiquiátrica de esa Capital, que ha causado tan numerosas víctimas y heridos, el Santo Padre expresa los sentimientos de su más viva solidaridad y participación en el dolor de tantos familiares afectados y al mismo tiempo ofrece sufragios por el eterno descanso de los fallecidos...”.

 Se buscaron responsables, pero la causa se cerró sin hallar culpables pese a que el establecimiento funcionaba en forma ilegal desde 1979.


(1) La Clínica Saint Emilien cambió de nombre luego de la catástrofe. Funcionó hasta el 31 de agosto de 1997 como el Instituto de la Familia Monseñor Bufano. Hoy está vigilada. En su interior trabajan obreros para refaccionarla y, según la palabra de uno de ellos, muy pronto será reabierta...



(1) Nota publicada en el año 2000, a quince años de la peor catástrofe causada por un factor humano que se tenga registro en la Argentina.

Por Adrián Alauzis - Fuente: www.periodicoelbarrio.com.ar



3 comentarios:

  1. ¿Quienes fueron los verdaderos propietarios de la clinica saint emilien?

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  2. ¿Quienes fueron los verdaderos propietarios de la clinica saint emilien?

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  3. Según lo que investigue y no he plasmado en esta nota es que los dueños de esta clinica eran unos libaneses o de algún país del medio oriente que aparentemente vinieron a la Argentina a lavar dinero. Pude haber hecho una nota más interesante, dado que hable con una testigo y damnificada de este terrible suceso, la cual estuvo muy cerca de morir y vio como la gente se tiraba por las ventanas de la clínica. Su testimonio fue realmente terrorífico, digno de las películas más oscuras y misteriosas de hollywood. Nunca se supo si realmente fue un accidente o no, aparentemente estos propietarios de origen islámico ocasionaron el accidente para cobrar un importante seguro. Lo último que agregaría es que el olvidado desastre de Saint Emilien es un verdadero reflejo de la corrupción y la desidia en nuestro país.

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