miércoles, 6 de junio de 2012

Hipótesis de conflicto en baja: giro estratégico del gigante asiático.


Quid pro quo: venta de bancos de EE.UU a China y revaluación del renminbi.


 La cuarta ronda de negociaciones Chino-estadounidenses se llevaron a cabo en la euforia de nuevas y aparentes concesiones hechas por Pekín: enormes inversiones financieras en los EE.UU. y la re-evaluación del yuan frente al dólar, cosa que Washington reclamaba desde hace tiempo. Sin embargo, no hay que equivocarse acerca del significado de estos acontecimientos, señala nuestro colega Alfredo Jalife-Rahme: China no consintió estos sacrificios para someterse a los EE.UU. sino para inhibir su imperialismo. Pekín utilizado sus armas financieras y monetarias para neutralizar la agresividad de Washington mientras entrama la construcción de una vasta zona de libre comercio asiática, con países como Japón y Corea del Sur hasta hace poco bajo la influencia de EE.UU.

China neutraliza a los Estados Unidos por lo que es
esencial para su economía. De izquierda a derecha:
EE.UU. El secretario del Tesoro, Timothy Geithner,
Secretario de Estado Hillary Clinton y el viceprimer
ministro Wang Qishan (Beijing, 3 de mayo de 2012)
 Los multimedia estatales chinos han dado más vuelo al éxito del DEE que la prensa de Estados Unidos, que ha enmudecido.

 Se han escenificado tres sucesos significativos de la reciente distensión:

 1) el tercer periodo presidencial de Vlady Putin, que la prensa china considera favorable, ya que menguará la presión de Estados Unidos a China, cuando ha llamado la atención la ausencia del zarruso a la cumbre del G-8 que, a mi juicio, es enterrado en su formato inoperante en favor del G-20, más híbrido y multipolar.

 2) El anuncio del plan de un tratado de libre comercio entre las tres mayores potencias geoeconómicas del noreste asiático: China, Japón y Corea del Sur, y...

 3) la concomitante y extraña revelación del dalai lama sobre una conspiración para asesinarlo. ¿Será capaz Estados Unidos de vender al dalai lama por un renminbi (http://en.wikipedia.org/wiki/Renminbi) cuando lo que menos le conviene a China es su homicidio descarado?

 En los trueques visibles inmediatos a la cuarta ronda del DEE se gestaron tres concreciones geo-financieras trascendentales:

 1) revaluación acelerada del renminbi, lo cual valió los elogios del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner.

Acaba de terminar el cuarto "Diálogo Estratégico
y Económico entre los EE.UU. y China", este  último anunció
su intención de crear una zona de libre comercio de
interruptor que hace Corea del Sur y Japón en su área de influencia.
De izquierda a derecha: Presidente de la República de Corea,
Lee Myung-bak, el premier chino Wen Jiabao
y el primer ministro de Japón, Yoshihiko Noda
(Beijing, 13 de mayo de 2012).
 2) permiso de la Reserva Federal de Estados Unidos (la FED) para la instalación de tres bancos chinos estatales: Industrial and Commercial Bank of China (ICBC), el más exitoso banco del mundo, que compró 80 por ciento del estadunidense Bank of East Asia –con 13 sucursales en Nueva York y California –, mientras que Banco de China, el tercero en importancia, abre una sucursal en Chicago, y Banco Agrícola de China, el cuarto mayor, coloca una en Nueva York,  y 3) China recorta de nuevo su tasa de reserva en proporción a sus depósitos bancarios (en 50 puntos base), con el fin de inyectar mayor liquidez al mercado.

 Más aún: la FED permitió a una serie de entidades financieras chinas –ICBC, Central Huijin Investment y el fondo soberano de riqueza China Investment Corp– operar como “empresas bancarias holding”.

 Nos encontramos lejos de la etapa bushiana, cuando bajo el apotegma fariseo de la soberanía económica prohibió a la empresa estatal petrolera china CNOOC adquirir Unocal, que acabó siendo digerida con papel chatarra por Chevron.

 No hay que minimizar la apertura del sector financiero super estratégico de Estados Unidos al imponente sector bancario chino, aunque sea mínimamente simbólico.

 ¿Cuándo llegará la banca china a México por órdenes de Washington, más que por voluntad nacional? ¿Asistiremos pronto a la captura de empresas de Estados Unidos por la banca china mediante el esquema de fusiones y adquisiciones (M&A, por sus siglas en inglés)? ¿Qué otro tipo de trueques geopolíticos se habrán gestado tras bambalinas?

 Otro rubro en el que Estados Unidos se abre dramáticamente es el cese del bloqueo de la exportación tecnológica de carácter civil a China.

 En contraparte, uno de los cambios políticos más profundos es la decisión de China de permitir la inversión foránea (léase: de Estados Unidos) hasta en 49 por ciento.

 El presidente chino Hu Jintao salió feliz de la cuarta ronda, a la que calificó de excelente trabajo, mientras la amazona (y fiestera) secretaria de Estado Hillary Clinton apaciguó los ánimos alterados debido a la política del retorno de Estados Unidos a Asia, al reiterar que Washington está a favor de una China fuerte, próspera y exitosa. ¡Cómo no!

 En las oscilaciones sadomasoquistas entre la competencia y la cooperación, la cuarta ronda fue tan exitosa que catalizó la primera visita imprevista del ministro de Defensa Liang Guanglie al Pentágono después de nueve años.

 En forma coincidente han aparecido apologistas apaciguadores de la cooperación bilateral en detrimento de la competencia limítrofe de la guerra fría, como Jeffrey Bader, anterior consejero de Obama sobre China y Asia en el Consejo de Seguridad Nacional y autor del libro Obama y el ascenso de China: un relato interno de la estrategia de EE.UU. en Asia.

Las relaciones chino-norteamericanas están
pasando por su mejor momento,
probablemente haya en estos
acuerdos, un mutuo reconocimiento
de ambas potencias entre si y el preludio
a un reparto estratégico "via militarización" de las zonas
de influencia con materia prima, como sucedio
en el siglo XIX y en los comienzos del siglo pasado,
estos recursos son vitales para sus crecientes industrias.
 Jeffrey Bader considera que los lazos de Estados Unidos y China giran alrededor de la mesa de negociaciones y no de los campos de batalla, cuando el abordaje de ocho  presidentes de Estados Unidos hacia China, comenzando con Richard Nixon, ha sido similar, con sólo desviaciones (sic) menores. 

 Obama no ha sido la excepción, y Jeffrey Bader sintetiza que su política tiene tres principales fundamentos:

• Reconocimiento y respeto del ascenso de China y sus intereses legítimos;
• Insistencia en que su ascenso se dé dentro de las normas internacionales y la ley;
• Asegurar que el ascenso de China sea estabilizado por el fortalecimiento de alianzas regionales y asociaciones.

 A su juicio, la relación bilateral es razonablemente buena, cuando los chinos han cooperado con Estados Unidos en los temas de Norcorea e Irán, mientras Taiwán no ha sido una fuente de tensión. Da a entender que el único tema en el que en teoría podría darse un conflicto es Taiwán. Hasta cierto punto porque la provocativa venta de armas a Taiwán ha sido factor preponderante de la tensión.

 Arguye que el tema irritante de los derechos humanos y el contencioso del Mar del Sur de China no son obstáculo para la cooperación. Los diferentes desafíos provienen del paso acelerado del ascenso de la República Popular en la pasada década y de su mayor rol en el mundo. ¡Los tiene mareados el ascenso chino!

 Alega que la noción de que China ha suplantado o pronto suplantará a Estados Unidos en su liderazgo mundial no tiene nada que ver con los hechos, ya que existe una brecha muy sustancial en poder y en el ingreso per cápita.

 Aduce que las relaciones militares fueron restauradas con la visita del anterior secretario del Pentágono Robert Gates y desecha la leyenda de la nueva política de contención de Estados Unidos, pero admite el riesgo del dilema de seguridad entre Estados Unidos y China: la noción de que cada uno está destinado a ver los pasos que la otra parte da por razones defensivas como por acción ofensiva.

 Razona que el dilema de seguridad y la desconfianza mutua pueden ser superados por el DEE.

Liang, ministro chino de Defensa Nacional, acompañado
 por una numerosa delegación de 24 generales,
fue a la improvisada, 07 de mayo 2012 en el Pentágono,
para desactivar los conflictos con los Estados Unidos.
Las discusiones se centraron sobre Corea del Norte,
las disputas en el Mar de China, el ciberespacio,
la defensa antimisiles, y las operaciones humanitarias.
 Brendan O’Reilly juzga que la estrategia de China está basada en el desarrollo económico y la integración, cuando el comercio bilateral ha alcanzado 450 mil millones de dólares al año, la mayor relación comercial entre dos países en la historia de la humanidad: China emplea una táctica más sutil para contrarrestar en forma eficiente el dominio militar y político de Estados Unidos, mediante la mayor integración de las dos economías.
  
 O’Reilly aduce que China no puede igualar el poder militar de Estados Unidos a mediano plazo, por lo que el gobierno chino desea desarmar en forma efectiva la ventaja táctica de Estados Unidos, creando una situación de dependencia mutua y económica casi total.

 Concluye que China busca crear un nuevo orden mundial, en el que el conflicto militar de las mayores potencias se vuelva obsoleto por la integración económica. ¿Podrá?

Alfredo Jalife-Rahme para "Red Voltaire".

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