domingo, 17 de junio de 2012

Una lucha anti-imperialista: la guerra de los boxers (1899-1901)

El resultado de un duro aprendizaje: el rechazo total al imperialismo militarista occidental.

 Conocido en China como ‘los puños enhiestos’ o, literalmente: ‘los puños rectos y armoniosos’, fue un movimiento contra la influencia comercial, política, religiosa y tecnológica foránea en este país durante los últimos años del siglo XIX, desde noviembre de 1899 hasta el 7 de septiembre de 1901. Para agosto de 1900, cerca de 230 extranjeros, miles de chinos cristianos, un número desconocido (entre 50 000 y 100 000) de rebeldes, sus simpatizantes y otros chinos habían muerto en la revuelta y su represión.

 Son muy pocas las fuentes que hacen mención explicita de que la Guerra de los boxers fue en realidad una guerra anti-imperialista, una resistencia en contra de la injerencia occidental en China, apenas lo hace en forma velada cuando justifica el alzamiento de los boxers luego de la ocupación gradual sustentada por el comercio y la misión cristiana a oriente por parte de occidente. Defensores a ultranza de los intereses de la cultura oriental en su territorio, los boxers, consideraban "sagrada" e "inviolable" a su patria que era vapuleada por la invasión de los que consideraban "bárbaros" e "incivilizados".

Guerreros boxers.
  La invasión de una cultura a otra es muchas veces un acto hostil porque no es fácil asimilarla, la famosa paciencia china llegaba a su limite después de numerosas derrotas que le habían ocasionado diferentes potencias de distintas regiones. "Boxers" significa púgil, porque justamente este era la característica de una sociedad secreta que utilizaban las artes marciales y que se levantó inicialmente contra misioneros cristianos asentados en aquel territorio.

 Desde varios siglos antes de esta invasión y ocupación militar occidental, Europa intento acercarse a oriente mediante las expediciones de Marco Polo durante la segunda mitad del siglo XIII, y otras expediciones menos famosas de europeos que llegaron a oriente en busca de mercados y productos que no conseguirían en la misma Europa, como así también territorios de ultramar para crear protectorados y puertos para llevar a cabo dicho comercio. Uno de los ejemplos fue el del imperio británico al aneccionarse a sus dominios de ultramar a Hong Kong (actualmente bajo dominio chino), entre otras islas y territorios durante el siglo XIX.

La guerra del opio:

 En 1840 estalló la Primera Guerra del Opio entre Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda y China. Ésta y la Segunda Guerra del Opio fueron libradas debido a las disputas sobre el comercio del Opio, en tanto la corte imperial de Pekín trataba de prohibir dicho tráfico, los comerciantes británicos no pensaban renunciar al negocio de esta droga, que era cultivada en grandes extensiones en la India y exportada más tarde a todo el sureste asiático contando con la complicidad de funcionarios chinos corruptos. Tras la fácil derrota del mal equipado ejército chino, el imperio británico obligó al gobierno imperial a cederle la isla de Hong Kong a perpetuidad (a la que más tarde se agregaron la península e islas adyacentes), permitir las importaciones de opio y abrir una serie de puertos al comercio extranjero; todas estas condiciones eran manifiestamente agraviadoras para China y para la política de restricciones a los extranjeros que había seguido la Dinastía Qing.

Ilustración de la época de la invasión
del imperio británico a China, conocida
también como la guerra del opio.
  En esa misma época, los franceses, rusos y japoneses comenzaron a aumentar su influencia sobre China. Debido a su inferioridad económica y militar, la dinastía Qing fue obligada a firmar numerosos acuerdos que serían conocidos como los «Tratados Desiguales». Dentro de éstos se incluyen el Tratado de Nankín (1842), el Tratado de Aigun (1858), el Tratado de Tianjin (1858), la Convención de Pekín (1860), el Tratado de Shimonoseki (1895) y la segunda Convención de Pekín (1898).

 En el año 1895 China fue severamente derrotada en una guerra contra Japón. El enfrentamiento, particularmente violento, se saldó con la pérdida de las islas Pescadores y Formosa, además del pago de fuertes indemnizaciones y concesiones comerciales a los vencedores. Todo esto se tradujo en una importante crisis económica en todo el país, así como en una humillación nacional ante una nación vecina que se había occidentalizado velozmente.

 En junio de ese año, los bóxers (a los que se habían sumado soldados imperiales) atacaron destacamentos de occidentales en Tianjin y Pekín. Las embajadas extranjeras en la capital, a las que habían huido sus ciudadanos residentes en Pekín, se convirtieron pronto en objetivo de los bóxers, aunque la mayoría de las delegaciones se encontraban bien protegidas por sus propias murallas y la cercanía a la Ciudad Prohibida, donde, paradójicamente, habían sido construidas por orden del emperador con el fin de tenerlas bajo vigilancia permanente. Las delegaciones de Reino Unido, Francia, los Países Bajos, Estados Unidos, Italia, Imperio ruso y el Japón de hecho compartían el mismo complejo defensivo, y a sólo unas calles de distancia se encontraban las de Bélgica y España, desde donde llegaron sus representantes para ponerse a salvo.

 No pudo hacer lo mismo la delegación del Imperio Alemán, de constitución más reciente y por ello situada en el otro extremo de la ciudad. El día 20 fue asaltada finalmente por los bóxers, quienes capturaron y ejecutaron al embajador alemán, Barón Klemens von Ketteler. A resultas de ello, las potencias extranjeras declararon la guerra a China, siendo que la emperatriz Cixi respondió proclamando las hostilidades contra ellas. Hasta la llegada de las fuerzas militares enviadas en su ayuda, el propio personal diplomático debió defenderse del asedio de los bóxers solamente con armas menores y un viejo cañón al que se apodó como el «Arma Internacional» debido a que el cilindro era británico, el soporte italiano, los proyectiles rusos y los artilleros a cargo de su manejo estadounidenses. Dirigieron la defensa el ministro británico para China, Claude Maxwell MacDonald, y el coronel japonés Shiba Gorō.

  El enfrentamiento fue ampliamente seguido por la prensa internacional, que describió toda clase de ataques violentos y atrocidades varias cometidos contra los extranjeros residentes en China, muchas de ellas enormemente exageradas. Esto provocó un amplio sentimiento antichino en América del Norte, Europa y el Japón. No obstante, los principales afectados fueron los cristianos chinos (de los que la prensa europea mayormente no se ocupó), que siendo mucho más numerosos y sin poder huir a ninguna parte fueron objeto de violaciones, torturas y asesinatos.

  A pesar de sus esfuerzos, los bóxers no lograron superar las defensas del recinto. En agosto, el asedio de las embajadas era levantado por las tropas enviadas por la llamada Alianza de las ocho naciones suscrita por los gobiernos de: Alemania, Austria-Hungría, Estados Unidos, Francia, Reino de Italia, Japón, Reino Unido y el Imperio ruso. 

Representación de las tropas de la Alianza de las
Ocho Naciones según una impresión japonesa de 1900.
 Los soldados, que aparecen con los uniformes e insignias navales, corresponden (de izquierda a derecha) a las marinas de Italia, Estados Unidos, Francia, Austria-Hungría, Japón, Alemania, Rusia y Reino Unido.
El ejército de rescate de los aliados se componía de unos 54.000 hombres a las órdenes del general británico Alfred Gaselee, de los cuales unos 5.000 eran chinos contrarios a los bóxers, 20.840 japoneses, 13.150 rusos, 12.020 británicos, 3.520 franceses, 3.420 estadounidenses, 900 alemanes, 80 italianos y 75 austro-húngaros. En julio desembarcaron cerca de Tianjin y pusieron sitio a la ciudad, que cayó el día 14. También capturaron los fuertes de Taku, situados en el estuario del río Hai He, y cuatro destructores chinos, labor en la que se destacó el barón Roger Keyes.

 Tras asegurar la zona, el ejército de Gaselee partió hacia Pekín (a 120 km de distancia) el 4 de agosto. La marcha fue sorprendentemente fácil a pesar de que en el recorrido se encontraban estacionados unos 70.000 soldados imperiales y un número aproximado de rebeldes armados, que prefirieron evitar los enfrentamientos directos. Sólo se produjo un combate de cierta importancia en Yangcun, a unos 30 km de Tianjin.

 No obstante, el avance de las tropas extranjeras tuvo que ralentizarse debido al mal tiempo, extremadamente húmedo y con temperaturas de hasta 43°C. El ejército entró finalmente en Pekín el 14 de agosto, donde levantó el asedio a las embajadas y posteriormente procedió a desplegarse por la ciudad con el fin de ocuparla, registrándose numerosos combates callejeros. La familia imperial y su corte abandonaron entonces la Ciudad Prohibida y se refugiaron en Xi'an.

Tropas aliadas en la Ciudad Prohibida.

Tras la ocupación, las tropas extranjeras se entregaron al saqueo, la destrucción, los asesinatos sumarios y las violaciones. La propia Ciudad Prohibida y otras dependencias imperiales fueron saqueadas, llegando a sacrificarse los animales de los Jardines Imperiales para servir de alimento a los soldados (lo que significó entre otras cosas, poner en peligro de extinción al ciervo del Padre David en China). La población fue fuertemente reprimida para evitar que se levantase nuevamente contra los extranjeros a pesar de la destrucción y robo de sus propiedades. En octubre, las tropas rusas estacionadas en la región del Amur cruzaron la frontera e invadieron Manchuria, donde también actuaron con violencia contra la población civil.

Tropas aliadas en la ciudad
prohibida.
 Las hostilidades terminaron finalmente el 7 de septiembre de 1901, cuando la dinastía Qing accedió a firmar el Tratado de Xinchou o «Protocolo Bóxer», un nuevo tratado desigual con los gobiernos de Alemania, Austria-Hungría, Bélgica, Francia, Estados Unidos, España, Reino Unido, Italia, Japón, Países Bajos y Rusia.

Rechazo total al imperialismo militarista occidental.

 La masiva invasión del extranjero en territorio Chino, hace mas de cien años, sobre todo en las ciudades marítimas y sus alrededores, dio un aprendizaje muy importante al pueblo chino de que una futura preparación ante más abusos imperialistas de occidente es casi una obligación.

 La preparación y adiestramiento de sus tropas ante futuros emprendimientos imperialistas de Europa y EE.UU. demostró que no es una tarea vana. La República Popular de China ha creado, expandido y modernizado sus fuerzas armadas durante las ultimas cuatro décadas de su historia, porque aprendió de la fatal realidad que le ha dado la experiencia: se acopló al sistema capitalista partiendo de cero y llegando a concretar un estado moderno y pujante, con materias pendientes como el atraso tecnológico en el interior de su territorio que sufren sus empobrecidos habitantes

 Este gigante asiático, - de exponencial crecimiento -, le pisa los talones a la potencias occidentales que alguna vez la humillaron y ocuparon.

 Una frase que resume el avance de los orientales en el mudo de hoy, es que China no es resentida, pero tampoco olvida. Al igual que hace mas de cien años, la segunda economía mundial sufre tremendos contrastes sociales que emergieron en parte a su numerosa población, siendo la República Popular, la nación con mayor cantidad de habitantes en el mundo con más de 1 billón 339 mil habitantes. Dicha cantidad de personas le da la posibilidad de tener el ejercito de reservistas y conscriptos mas numeroso del mundo, ademas de una posición dominante en el continente asiático, superando incluso a su enemigo de siempre: Japón, - país que se situaba segundo dentro de las mayores economías a nivel mundial -.

 Recientemente China a creado el área de libre comercio más grande del planeta sumando a Japón y a Corea del Sur como protagonistas de la misma, en la llamada Asociación Trans Pacífico (TPP)  y en  el ámbito militar numerosos tratados con su principal aliado, Rusia y la Alianza continental conocida como el Concejo de Shangai.



Del autor del gorgojo critico.

Fuente Wikipedia.

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