Señor Presidente:
Nunca antes, América Latina y
el Caribe se habían expresado con tanta fuerza y unidad como en la llamada
“Cumbre de las Américas”, que excluyó nuevamente a Cuba por imposición del
gobierno de los Estados Unidos, celebrada en abril, en Cartagena de Indias.
El canciller cubano dio tal vez el mejor discurso delante de la asamblea general de la ONU. |
La soberanía argentina de las
Malvinas, que nuestro país apoya fervientemente, y el cese del bloqueo a Cuba
fueron los ejes de un pronunciamiento que demostró que la Patria Americana de
Bolívar, “Nuestra América” de Martí, ha entrado en una nueva época, en el siglo
de su definitiva independencia.
Meses antes, precisamente en
Caracas, había ocurrido la constitución de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). “Ningún otro hecho institucional de
nuestro hemisferio durante el último siglo refleja similar trascendencia”,
escribió al respecto el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz.
Sabemos que la CELAC aún
deberá ser construida en los hechos para que nuestros pueblos puedan “andar en
cuadro apretado como la plata en las raíces de los Andes”, pero
definitivamente, América Latina y el Caribe han cambiado y se propone hacer una
contribución mayor al “equilibrio del mundo”.
Sin embargo, no podrían
subestimarse las amenazas, los peligros ni los obstáculos.
La política de Estados Unidos
hacia nuestra región, con gobiernos demócratas o republicanos es, en esencia,
la misma. Las promesas del 2009 que hizo el actual Presidente no se cumplieron.
La voracidad por nuestras riquezas, la imposición de modelos, cultura,
pensamiento y la injerencia en nuestros asuntos no cesan.
Aunque se hable del “poder
inteligente” y se utilicen nuevas y fabulosas tecnologías, prevalecen el
enfoque de seguridad y el despliegue militar, en vez de una relación
democrática y de beneficio mutuo entre Estados soberanos e iguales.
En circunstancias de crisis
económica global, agotamiento de recursos y nuevo reparto del mundo, la OTAN
continúa percibiendo a nuestra región como periferia euro-atlántica, donde se
puede intervenir para asegurar intereses, incluso ilegítimos.
Las inminentes elecciones en
la hermana República Bolivariana de Venezuela serán decisivas para el destino
común de la región. Al pueblo venezolano y a su líder, el Presidente Chávez,
expresamos toda nuestra solidaridad ante los intentos de desestabilización que
se avizoran.
Los poderes que gobiernan en
los Estados Unidos cometerían un gravísimo error, de consecuencias
impredecibles, si alentaran revertir por la fuerza las conquistas sociales de
nuestros pueblos.
Con discreción y modestia,
Cuba siempre ha contribuido a la paz en Colombia, dio todo su apoyo a las
conversaciones exploratorias confidenciales realizadas a lo largo del año en La
Habana y así lo hará como Garante y Sede del proceso de diálogo entre el
Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que se avecina.
“Nuestra América” permanecerá
mutilada mientras Puerto Rico, nación latinoamericana y caribeña, no sea
independiente, causa que tiene nuestro mayor apoyo.
Señor Presidente:
No se parece el mundo de hoy a
aquel que auguraban los redactores de la Carta de las Naciones Unidas, sobre
las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, cuando resolvían preservar a nuestras
generaciones del flagelo de la guerra, proteger los derechos fundamentales del
ser humano y la igualdad entre naciones grandes y pequeñas; fomentar la
justicia, la dignidad y el progreso social.
Ahora se promueve, sin
disimulo, el derrocamiento de gobiernos mediante el uso de la fuerza y la
violencia, se impone el “cambio de régimen” desde Washington y otras capitales
de la OTAN, y se libran guerras de conquista por el control de recursos
naturales y zonas de importancia estratégica.
El gobierno de los Estados
Unidos y algunos de Europa han decidido el derrocamiento del gobierno sirio,
para lo cual han armado, financiado y entrenado a los grupos opositores,
incluido el uso de mercenarios.
Gracias, fundamentalmente, a
la firme oposición de Rusia y China, no ha sido posible manipular al Consejo de
Seguridad, para imponer la fórmula intervencionista aplicada en aventuras
bélicas recientes.
Cuba reafirma el derecho del
pueblo sirio al pleno ejercicio de la autodeterminación y la soberanía, sin
injerencia ni intervención extranjera de ningún tipo. Para ello, han de cesar
la violencia, las masacres y los actos terroristas que han ocasionado un alto
número de pérdidas de vidas inocentes. Tiene que terminar también el trasiego
de armas y dinero a los grupos insurgentes y la vergonzosa manipulación
mediática de la realidad.
Corresponde a la Asamblea
General usar todas sus facultades para promover una solución pacífica a la
situación que desgarra a la nación árabe e impedir que se desate una agresión
militar extranjera con graves consecuencias para todo el Medio Oriente.
La Asamblea General debe
actuar resueltamente en el reconocimiento del Estado palestino, como miembro
pleno de la Organización de las Naciones Unidas, con sus fronteras anteriores a
1967 y su capital en Jerusalén Oriental; y ha de hacerlo ya, con o sin el
Consejo de Seguridad, con veto estadounidense o sin él, con o sin nuevas
negociaciones de paz.
Señor Presidente:
La crisis económica global,
que hoy se manifiesta con particular crudeza en Europa, refleja la incapacidad
de los gobiernos y las instituciones para resolver un problema que requiere
replantearnos los fundamentos del actual sistema de relaciones económicas
internacionales que solo sirve para expoliar a los países subdesarrollados.
Las duras consecuencias de la
crisis en el mundo desarrollado y de las fallidas políticas hasta ahora
adoptadas para intentar detenerla, siguen descargándose sobre los trabajadores,
la creciente masa de desempleados, los inmigrantes y los pobres, cuyos
movimientos de protesta son brutalmente reprimidos.
Los augurios de una nueva
espiral en los precios de los alimentos, como resultado de la sequía que afecta
a gran parte de América del Norte, amenaza con hacer todavía más crítica la
situación de inseguridad alimentaria mundial.
Avanza también la destrucción
del medio ambiente, se acelera la pérdida de la biodiversidad y el equilibrio
natural de los ecosistemas, mientras que la agudización de los patrones de
producción y consumo irracionales, la marginación de más de la mitad de la
población mundial y la ausencia de medidas globales para detener el avance del
cambio climático, suponen un riesgo cada vez mayor para la integridad física de
naciones enteras, particularmente los pequeños Estados insulares.
Frente a estos colosales
retos, cabría preguntarse qué puede justificar que, veinte años después de
concluida la llamada “Guerra Fría”, el gasto militar se haya casi duplicado
para alcanzar la astronómica cifra de 1.74 millones de millones de dólares.
Como ha advertido el Presidente Raúl Castro Ruz, ¿contra qué enemigo se usarán
esas armas? ¿Servirán para eliminar a las masas de pobres que no soporten más
su pobreza o para enfrentar incontenibles migraciones de sobrevivientes?
En estas circunstancias, urge
salvar la Organización de las Naciones Unidas y, al mismo tiempo, someterla a
profunda reforma para ponerla al servicio de todos los Estados igualmente
soberanos y sustraerla de las arbitrariedades y doble rasero de unos pocos
países industrializados y poderosos.
Deben hacerse prevalecer con
determinación el Derecho Internacional y los Propósitos y Principios de la
Carta, restablecer el papel central de la Asamblea General y refundar un
Consejo de Seguridad democrático, transparente y verdaderamente representativo.
La Cumbre del Movimiento de
Países No Alineados se celebró exitosamente en Teherán y reafirmó sus
posiciones en la defensa de la paz, la independencia y la igualdad soberana de
los Estados, la justicia, el derecho al desarrollo, la soberanía sobre los recursos
naturales, el desarme general y completo, en particular el desarme nuclear; y
reafirmó el derecho al uso de la energía nuclear con fines pacíficos. A la
Presidencia del Movimiento daremos todo nuestro concurso.
Señor Presidente:
El 31 de julio pasado, el
Departamento de Estado de los Estados Unidos incluyó nuevamente a Cuba en su
lista unilateral y arbitraria de Estados patrocinadores del terrorismo
internacional.
El verdadero propósito de
mantener a Cuba en ese listado espurio es fabricar pretextos para endurecer la
persecución de nuestras transacciones financieras y justificar la política de
bloqueo, que ha provocado invaluables daños humanos y económicos por un millón
de millones de dólares, al valor actual del oro.
Los Estados Unidos no tienen la
más mínima autoridad moral ni política para enjuiciar a Cuba.
Es conocido que el gobierno
norteamericano ha utilizado el terrorismo de Estado como un arma de su política
contra Cuba, que ha provocado 3.478 muertes y 2.099 discapacitados entre
nuestros compatriotas, al tiempo que ha cobijado a decenas de terroristas,
algunos de los cuales aún hoy viven libremente en ese país, mientras mantiene
en prolongado e inhumano encarcelamiento o retiene cruel y arbitrariamente en
su territorio a los cinco luchadores anti-terroristas cubanos.
Cuba rechaza enérgicamente la
utilización de un tema tan sensible como el terrorismo con fines políticos y
demanda que el gobierno de los Estados Unidos deje de mentir y ponga fin a este
vergonzoso ejercicio, que ofende al pueblo cubano, a la comunidad internacional
y desacredita la causa de la lucha contra el terrorismo.
Reiteramos a los Estados
Unidos, en vísperas de sus elecciones, nuestra indeclinable vocación de paz y
el interés de avanzar hacia la normalización de las relaciones mediante el
diálogo, en pie de igualdad y con pleno respeto a nuestra independencia.
Con toda certeza, ocurra lo
que ocurra, nuestro pueblo, “con todos y por el bien de todos”, persistirá en
el camino escogido hasta “conquistar toda la justicia”.
Muchas gracias.
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Fuente: http://www.cubadebate.cu.
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