La decisiva ayuda de Cuba para la victoria del MPLA
y la liberación del pueblo angoleño.
Cuando en 1974 la Revolución
de los Claveles en Portugal derrocó al gobierno fascista de Marcelo Caetano, se
aceleró el proceso de descolonización de sus enclaves en África (Angola,
Mozambique, Guinea Bissau, Sao Tomé y Cabo Verde).
En Angola, el Movimiento
Popular para la Liberación de Angola (MPLA), única fuerza legítima combatiente
por la independencia del país, al mando de Agostinho Neto, asume el poder tras
una larga lucha contra la opresión colonial. Pero la recién estrenada
independencia se ve rápidamente amenazada por las fuerzas fascistas del FNLA,
apoyadas por Zaire, y los mercenarios de UNITA al servicio de la racista
Sudáfrica, todos financiados y apoyados por el Departamento de Estado yanqui,
especialmente desde que el gobierno de EE. UU. pusiera a Henry Kissinger a
dirigir personalmente las acciones de la CIA en apoyo del FNLA y UNITA. La Casa
Blanca pretendía con la derrota del MPLA resarcirse de la estrepitosa derrota
que había sufrido en Vietnam.
Ante la amenaza cierta de que
las fuerzas mercenarias tomaran la capital, Luanda, el MPLA pide con urgencia
la colaboración militar de Cuba que envía voluntarios internacionalistas para
ayudar a las tropas anticolonialistas a organizar la defensa: 480 hombres
llegan en octubre de 1975 y, junto a ellos, miles de fusiles, morteros,
antiaéreos y cañones antitanque, así como el avituallamiento necesario para
dotar a las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (FAPLA), que los
días 2 y 3 de noviembre, junto a los voluntarios cubanos, intentaron detener la
Columna Zulú blindada sudafricana que avanzaba desde Namibia hacia el norte, en
dirección a Luanda.
Foto del "Che" en Angola. |
Fue ésta la primera
resistencia organizada que encontraron los invasores sudafricanos que, a pesar
de sufrir cuantiosas pérdidas, continuaron avanzando debido a su superioridad
en medios. Sangre cubana y angoleña se derraman juntas por primera vez.
También desde el Norte,
fuerzas de UNITA se dirigen hacia Luanda, la capital de Angola.
Pero para los cubanos,
formados en una consciente vocación internacionalista, había un solo camino: no
dejar solo al pueblo angoleño en esa hora crucial.
Con Fidel y Raúl al frente, la
dirección del país tomó la decisión de enviar las primeras tropas regulares,
totalmente voluntarias, a combatir a los agresores sudafricanos. Empezaba así
la Operación Carlota, que duraría hasta el 25 de mayo de 1991, cuando los
últimos 500 internacionalistas cubanos regresaron a su patria, tras demostrar
con creces el espíritu solidario y la capacidad del pequeño país socialista
para movilizar numerosos medios por la libertad de los pueblos.
La primera compañía del
Batallón de Tropas Especiales cubanas llegó a Luanda el 9 de noviembre para
comenzar al día siguiente el combate, en el que los atacantes mercenarios al
servicio del apartheid reciben una aplastante derrota, en una gesta llena de heroísmo
como nunca hasta entonces se había conocido en el continente africano.
Luanda estaba salvada y, ese
mismo día, el presidente Agostinho Neto proclamaba en un multitudinario mitin
el nacimiento de la República Popular de Angola y el 27 de marzo de 1976 el
último destacamento de los racistas sudafricanos cruzó el río Cunene y se
internó en la Namibia ocupada por el apartheid. De Cabinda a Cunene, la
República Popular de Angola estaba libre de los invasores y sus fantoches. Todo
parecía indicar que la guerra había terminado y que las FAPLA podrían asumir la
defensa del inmenso territorio angoleño y que ya no haría falta mantener la
ayuda altruista de los internacionalistas cubanos, 36 mil efectivos en defensa
de la libertad de Angola.
Pero Sudáfrica y EE. UU. nunca
dejaron de hostigar Angola, pues sabían que la victoria popular ponía en
peligro todos los regímenes fascistas de África Austral, y durante los diez
años siguientes las incursiones y ataques terroristas desde las bases
sudafricanas en Namibia fueron aumentando.
En enero de 1988 el estado
mayor de las FAPLA decide lanzar una fuerte ofensiva generalizada contra UNITA
en su bastión de la provincia sureña de Cuando Cubango para desalojarles de
territorio angoleño, pero la intervención directa de tropas racistas de
Pretoria, las SDAF, con gran apoyo aéreo, pasó a la contraofensiva.
Otra vez, como en el año 1975
Fidel (y a pesar ésta vez de la oposición de la URSS, donde la criminal
Perestroika preparaba su traidor camino), envía generosamente un contingente de
40 mil internacionalistas, agregando ésta vez el decisivo envío de aviones
MiG-21 y MiG-23, que aseguraron la supremacía aérea. De esta manera, junto a
los combatientes del SWAPO que luchaban contra el régimen racista de Namibia,
las FAPLA consiguieron derrotar completamente a los ejércitos del odiado
régimen del apartheid en la mítica batalla de Cuito Cuanavale, la mayor batalla
de la historia del África Subsahariana.
La victoria en Cuito Cuanavale
del FAPLA, junto a los internacionalistas cubanos y namibios del SWAPO,
transformó la geopolítica del África Austral, obligando al régimen de Botha en
Pretoria a negociar la independencia de Namibia, inició el camino hacia el fin
del sistema segregacionista del apartheid en Sudáfrica.
Mientras las potencias
“democráticas” que apoyaron activamente el oprobioso régimen del apartheid se
permiten criminalmente agredir a Cuba y acusarla cínicamente de ser enemiga de
la libertad, fue la Cuba internacionalista, socialista y solidaria la que dio
su sangre por conseguir la libertad de los pueblos de África Austral del
colonialismo más execrable e inhumano.
La Operación Carlota
(denominada así por el mando cubano en honor a una mujer africana que, en
tierra cubana, encabezó siendo esclava dos sublevaciones contra la opresión
colonial y que fue descuartizada por los verdugos que lograron apresarla en su
segunda intentona rebelde), es el internacionalismo de la Cuba solidaria, que
mostró al mundo la supremacía moral y combativa del socialismo en su misión
libertadora. Mientras las potencias “democráticas” que hoy acosan a Cuba
siempre quisieron sojuzgar a los pueblos, ella siempre luchó para liberarlos.
Al informar al comandante en
jefe Fidel Castro que la Operación Carlota había concluido, el entonces
ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Raúl Castro, afirmaba: “La
gloria y el mérito supremo pertenecen al pueblo cubano, protagonista verdadero
de esa epopeya, que corresponderá a la historia aquilatar en su mas profunda y
perdurable trascendencia”.
Fuente: La Conquista de la
Civilización Socialista.
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