Breve
reseña de la intervención imperialista de los EE.UU. en la década de los 80´s
en el Salvador y Afganistán.
Los mexicanos tienen un dicho: “cuando Jalisco pierde, arrebata” y esto se puede aplicar a los “halcones” del Pentágono y a los gobiernos de Estados Unidos en esa su política expan-sionista y de dominación en diferentes regiones del mundo. Cuando por segunda vez en su historia de brutales intervenciones sucumbieron en Vietnam (primero fue en Corea), hicieron todo lo posible por revertir la tragedia creando fuerzas políticas y militares de desestabilización en los países vecinos e, incluso, con actos de sabotaje al interior de tan digno país.
Afganistán 1979-1992
La brutal represión de las
mujeres en Afganistán llevada a cabo por los fundamentalistas islámicos del
Talibán es bien conocida. Mucho menos publicitado es el hecho de que a fines de
la década del 70 y durante la mayoría de los años 80 Afganistán tuvo un
gobierno comprometido con llevar a ese increíblemente subdesarrollado país
hacia el siglo XX (ni se preocupe con el XXI), incluyendo conceder a las
mujeres la igualdad de derechos. Los Estados Unidos, sin embargo, gastaron millones
de dólares en librar una terrible guerra contra ese gobierno simplemente porque
estaba apoyado por la Unión Soviética. Ayudando a la oposición fundamentalista,
Washington, consciente y deliberadamente, incrementó la posibilidad de una
intervención soviética. Y cuando eso ocurrió, la CIA se convirtió en el gran
orquestador, conminando a los países del Medio Oriente a que dieran un enorme
apoyo financiero además del de Washington, presionando y sobornando al vecino
Pakistán para que alquilase el país como área de estacionamiento militar y
santuario, suministrando un gran arsenal de armamentos, y entrenamiento
militar.
Al final, los Estados Unidos y
el Talibán “ganaron” y las mujeres y el resto de Afganistán perdieron. Más de
un millón de muertos, tres millones de discapacitados, cinco millones de
refugiados; en total, alrededor de la mitad de la población.
El Salvador 1980-1992
Los disidentes de El Salvador
trataron de trabajar dentro del sistema, pero con el apoyo de los Estados
Unidos, el gobierno lo hizo imposible, usando repetidamente el fraude electoral
y asesinando a cientos de manifestantes y huelguistas. En 1980, los disidentes
tomaron las armas y el camino de la guerra civil. Washington respondió de
inmediato.
Oficialmente, la presencia militar
de los Estados Unidos en El Salvador estaba limitada a su actividad de
asesoramiento. En realidad, el personal militar y de la CIA desempeñó un papel
más activo de manera continuada. Cerca de veinte norteamericanos fueron muertos
o heridos en atentados, accidentes de helicópteros y aviones mientras realizan
vuelos de reconocimiento y otras misiones sobre áreas de combate, y también
apareció una considerable evidencia del papel de los Estados Unidos en los
combates en tierra. La guerra llegó a su terminación oficial en 1992 con estos
resultados: 75 mil civiles muertos; el Tesoro de los EE.UU., empleó seis mil
millones de dólares; cambios sociales significativos frustrados; una minoría de
capitalistas son dueños todavía del país; los pobres permanecen como siempre;
los opositores aún tienen que temer a los escuadrones de la muerte derechistas;
mientras permanezcan los gobiernos de Arena en el poder, no habrá cambios
sociales profundos. *
Asesinato de las monjas en El
Salvador
El 2 de diciembre de 1980, al
inicio de la guerra civil salvadoreña, fueron violadas y asesinadas las
religiosas Ita Ford, Maura Clarke y Dorothy Kazel y la misionera laica Jean
Donovan, aberrante suceso que fue llevado a cabo por cinco miembros de la
Guardia Nacional.
Las monjas y la seglar
pertenecían a las congregaciones de las Hermanas de Maryknoll y las Hermanas
Ursulinas de Nueva York. Habían sufrido violación antes de asesinarlas
disparándoles, sólo por haber defendido a los salvadoreños del terror desatado
por su gobierno.
Por el crimen de las cuatro
religiosas de nacionalidad norteamericana, en 1984 fueron condenados a treinta
años de cárcel los cinco agentes de la Guardia Nacional. De ellos, tres fueron
dejados en libertad cuatro años después. La violación y asesinato de las monjas
por sicarios y militares provocó que el gobierno norteamericano suspendiera la
ayuda militar al gobierno salvadoreño… por un mes.
El Comité de Abogados para los
Derechos Humanos de Nueva York inició en el dos mil una demanda penal por
homicidio contra dos generales salvadoreños, a quienes acusaron de ordenar la
muerte de las religiosas.
El crimen, denunciado por el
New York Times, indujo a que la embajadora en Naciones Unidas Jean Kirkpatrick
acusase a las monjas de actividades subversivas. Ella y su sucesor, Vernon
Walters, el homicida subdirector de la CIA que organizó los grupos de
carniceros de la Operación Cóndor, negaron la veracidad de estos hechos. Los
generales acusados son Eugenio Vildes Casanova, y José Guillermo García.
Cuando ocurrió la masacre, el
primero era el jefe de la Guardia Nacional y el segundo Ministro de Defensa.
Los dos viven en Florida, Estados Unidos. Fueron declarados inocentes de
cualquier responsabilidad en el secuestro, violación y asesinato de las
religiosas en una Corte Federal de Florida.
Dos años después, por otro
caso, condenados por la misma Corte a pagar 54,6 millones de dólares a tres
víctimas de torturas durante la guerra civil salvadoreña.
En septiembre de 1981, la
Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (CDHES), informó que un total de
32,000 civiles fueron asesinados por fuerzas gubernamentales y escuadrones de
la muerte vinculados al Ejército, desde que la primera junta asumió el poder en
el país. Ese mismo mes, D’Aubuisson anunció la fundación del partido Alianza
Republicana Nacionalista, ARENA, y posteriormente, su postulación como
candidato presidencial.
Las Fuerzas Armadas
salvadoreñas se involucraron directamente en la represión indiscriminada,
siendo el más notorio de estos incidentes la denominada Masacre de El Mozote
entre el 10 y el 13 de diciembre de 1981 contra la población civil cometido por
el Batallón Atlacatl de la Fuerza Armada salvadoreña durante un operativo de
contrainsurgencia en las aldeas de El Mozote, La Joya y Los Toriles, en el
norte del departamento de Morazán.
Según la Comisión de la
Verdad, organismo de la ONU creado para investigar los hechos, aproximadamente
novecientos campesinos fueron asesinados allí y en los cantones aledaños. No
sólo es el mayor acto de violencia contra población civil cometida por agentes
gubernamentales durante la Guerra Civil de El Salvador, sino también la peor
masacre en el Hemisferio Occidental en tiempos modernos.
Hoy los salvadoreños, como
nosotros todos, se ven amenazados por la Cuarta Flota y el Comando Sur que
amplían sus enclaves en Colombia, mientras el narco-presidente Uribe visita
nuestros países para que el atropello sea consumado. ¿Más de lo mismo? **
* Fuente: el-salvador.blogspot.com.ar
Por Adriana Vega ** (2009)
** Fuente: moncadalectores.blogspot.com.ar
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