Con motivo del 10º aniversario de la invasión de Irak, que comenzó el 20 de marzo de 2003, varios ex miembros de la TF 121, fuerza especial conjunta de Estados Unidos y el Reino Unido en Irak, han relatado a 'The Guardian' los horrores que presenciaron en Camp Nama, un centro de detención estadounidense situado en las inmediaciones del aeropuerto internacional de Bagdad.
La TF 121 fue enviada en marzo de 2003 para detener y trasladar a Camp Nama a personas sospechosas de poseer información acerca de Saddam Hussein y de las supuestas armas de destrucción masiva.
Los interrogatorios realizados por personal civil y militar de EE.UU. eran tan brutales que no sólo provocaron la condena de la ONG Human Rights Watch, sino incluso la redacción de un informe oficial por parte de un investigador especial del Pentágono.
Entre los abusos relatados se incluyen la detención de iraquíes por periodos prolongados en celdas minúsculas, descargas eléctricas, reclusión en contenedores insonorizados por un largo tiempo o exposición a temperaturas extremas antes de los interrogatorios.
"Vi cómo a un hombre le quitaban su pierna protésica y le golpeaban brutalmente en la cabeza con ella antes de arrojarlo a una camioneta.", declaró Ben Griffin, uno de los testigos, quien añadió que se habían presentado varias quejas por parte de algunos soldados y oficiales por el trato que recibían los prisioneros en Camp Nama.
Altos mandos y autoridades británicas como Geoff Hoon, secretario de Defensa en aquel momento, han insistido en que no tenían conocimiento ni tan siquiera de la existencia de Camp Nama.
Al mando, Estados Unidos.
Según Griffin, “los británicos fueron siempre socios minoritarios en la TF 121”. Al personal británico sólo se le permitía el paso a la parte delantera del Centro de Operaciones Conjunto (JOC, por sus siglas en ingles) de Camp Nama. Los interrogatorios se llevaban a cabo en la parte trasera, a la que sólo los soldados estadounidenses tenían acceso.
Los interrogatorios violentos tenían lugar en la sala roja y en la azul, mientras que en la negra se cometían los peores abusos” “Había cuatro celdas de interrogatorio conocidas como las habitaciones azul, roja, negra y clara. Esta última tenia sofás y alfombras, para mostrar un poco de amabilidad primero a los detenidos”, Relató Griffin. “Los interrogatorios violentos tenían lugar en la sala roja y en la azul, mientras que en la negra se cometían los peores abusos”, añadió.
De acuerdo con un interrogador estadounidense entrevistado por Human Rights Watch, se requieren autorizaciones escritas para muchos de los abusos infligidos a los prisioneros de Camp Nama, lo que indica que su uso fue aprobado por la cadena de mando.
Investigación de los hechos.
A finales de 2003, el Pentágono envió a un investigador especial, Stuart Herrington, para investigar los métodos de interrogación empleados en el centro. Herrington informó: "Los detenidos capturados por la TF 121 muestran señales de haber sido golpeados. Parece claro que la TF 121 tiene que contenerse en el tratamiento que dispensa a los detenidos”.
Más de 30 miembros del grupo de trabajo fueron sancionados posteriormente por abusar de prisioneros. Sin embargo, los golpes continuaron, según testigos británicos.
Tras la publicación de las polémicas fotos de la prisión de Abu Ghraib en abril de 2004, la TF 121 pasó a llamarse Task Force 6-26 (TF6 -26) y la prisión secreta de Camp Nama fue trasladada a Balad, a 50 kilómetros al norte de Bagdad.
A finales de 2004, según el periodista de la BBC Urban Mark, agentes del MI6 (servicio de inteligencia británico) que visitaron la prisión secreta en Balad expresaron su preocupación por el hecho de que las prácticas que se daban en Camp Nama prosiguieran también allí. El Gobierno británico entonces advirtió a las autoridades estadounidenses que entregaría a presos sólo bajo el compromiso de que no fueran enviados allí.
Hoy, 10 años después de la invasión de Irak y la creación de la TF 121, el Ministerio de Defensa británico responde a las preguntas sobre el abuso de cientos de iraquíes afirmando que sólo es consciente de "anécdotas" sobre malos tratos puntuales y que "cualquier otra prueba de violación de los derechos humanos debe ser trasladada a las autoridades competentes para su investigación".
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