domingo, 13 de enero de 2013

Malí en la mira de la OTAN: puede convertirse en un “segundo Afganistán” si los islamitas llegan a controlar los yacimientos de uranio de ese país.

 La intervención extranjera en el violento conflicto de Mali puede provocar una escalada del mismo y su extensión a países limítrofes como Argelia, Sudán o Níger, según advierten algunos expertos.

"Rebeldes" malíes controlan
parte del territorio de Malí.
 En un día de operación militar contra los separatistas malíes apoyada por la aviación francesa, más de cien rebeldes han muerto. "También recordaremos a los 60 soldados [malíes] heridos y al francés muerto en la operación”, anunció el presidente interino, Dioncounda Traoré. 

 Francia envió un contingente militar a Malí en el cumplimiento de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para ayudar a las autoridades del país africano a restablecer el control de la zona ocupada en marzo de 2012 por el Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA), que proclamó la soberanía de ese territorio. 

 “Sin embargo, es incorrecto hablar sobre los insurgentes como un grupo homogéneo” porque no solo incluye a los tuareg, sino también a islamistas radicales y a grupos vinculados con Al Qaeda”, explica el presidente del Instituto ruso de Religiones y Políticas, Alexánder Ignátenko. Este factor complica la situación, por lo que “la guerra promete ser larga y difícil”.

 “Los tuareg no son simplemente una tribu nómada”, entre ellos hay hasta 6.000 personas que “lucharon en Libia apoyando al difunto coronel Muammar Gaddafi” en 2011 durante la guerra civil en ese país. El conflicto en Mali de hecho "es una consecuencia de los acontecimientos libios", cuando Occidente, y sobre todo Francia, acabaron con el frágil equilibrio en la región y ahora “están cosechando los frutos”, resalta Ignátenko.

 Los islamistas pueden oponer una fuerte resistencia a las tropas internacionales “convirtiendo a Mali en un segundo Afganistán” porque  poseen, entre otras clases de armamento, “hasta 16 baterías de sistemas de defensa antiaérea portátil de los arsenales de Gaddafi”.

 Otro problema que tendrá la operación en Mali es que para los militares extranjeros será difícil “distinguir a los islamistas salafistas de los tuareg”, más distanciados de Al Qaeda. En esta situación los últimos podrían reforzar sus vínculos con la organización terrorista.

Uranio en juego 

 Los yacimientos estratégicos de uranio en Mali son un elemento importante en el conflicto y explican en parte el interés de las fuerzas occidentales en la región. De hecho, las compañías francesas y chinas ya están invirtiendo en la extracción de este elemento.

 Además, “EE.UU. está preocupado por la posibilidad de que los islamistas accedan” a este peligroso metal radiactivo, sostiene el experto en África tropical de la Academia de Ciencias de Rusia, Vasíli Filíppov. 

 Si los rebeldes establecen su control sobre los yacimientos, empezarán a buscar maneras de vender uranio, en primer lugar a Irán. “Esa evolución de la situación no le puede gustar a EE.UU. ni a sus socios de la OTAN”, porque sospechan que la República Islámica intenta crear armas bajo el pretexto de su programa nuclear pacífico, aunque nunca han podido aportar pruebas de ello.


Fuente RT

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