Premio Nobel de la Paz. Argentino, arquitecto y escritor. |
Esperamos que tenga el coraje para defender los derechos de los pueblos frente a los poderosos, sin repetir los graves errores, y también pecados, que tuvo la Iglesia. Durante la última dictadura argentina los integrantes de la Iglesia católica no tuvieron actitudes homogéneas. Es indiscutible que hubo complicidades de buena parte de la jerarquía eclesial en el genocidio perpetrado contra el pueblo argentino, y aunque muchos con “exceso de prudencia” hicieron gestiones silenciosas para liberar a los perseguidos, fueron pocos los pastores que con coraje y decisión asumieron nuestra lucha por los derechos humanos contra la dictadura militar. No considero que Jorge Bergoglio (hoy en día nombrado Papa con el nombre de Francisco I) haya sido cómplice de la dictadura, pero creo que le faltó coraje para acompañar nuestra lucha por los derechos humanos en los momentos más difíciles.
Me encuentro viajando a Italia para celebrar un nuevo aniversario del martirio de Mons. Arnulfo Romero, un pastor conservador que frente a la represión en El Salvador tuvo su “Camino de Damasco” hacia el pueblo y dio su vida por la justicia y la paz. Ojalá también que la opción por el nombre Francisco, uno de los santos más significativos de la Iglesia, se exprese en testimonios de opción y defensa de los pobres frente a los poderosos y en la defensa del medio ambiente.
Francisco I no ha heredado un trono imperial sino la humilde silla de un pescador. Por eso esperamos que no olvide las palabras del Obispo mártir argentino, Monseñor Enrique Angelelli, cuando decía que “debemos tener un oído en el Evangelio y otro en el pueblo, para saber qué nos dice Dios”.
Paz y Bien.
Fuente: Red Voltaire.
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