Históricamente, el Movimiento
de Países No Alineados, creado a finales de los años 1950 por Nasser, Nehru,
Tito, Sukarno y Nkrumah, tiene como objetivo la reafirmación de la
independencia y la soberanía de las naciones frente la lógica de los pactos
militares. Durante la guerra fría, por lo tanto, los miembros del Movimiento no
fueron aliados militares de Estados Unidos ni de la Unión Soviética. Como el
imperialismo soviético se limitaba a ejercer un tutelaje sobre los países
liberados por el Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial, los No
Alineados sólo tenían que temer a la acción del imperialismo estadounidense y
de los sub-imperialismos de Francia y Gran Bretaña. Y al no tener nada que
temer de la Unión Soviética, los No Alineados eran a menudos aliados políticos
de aquella nación.
Los países No Alineados no
conformaron una organización sino un movimiento. La Cumbre de ese Movimiento,
que se reúne cada 3 años, es un foro que no trata de llegar a la adopción de
decisiones sino a establecer un consenso. En la práctica, los pequeños Estados,
a los que las grandes potencias obligan a votar en tal o más cual sentido en la
Asamblea General de la ONU, aprendieron a adoptar posiciones colectivas, lo
cual les permitió enfrentar juntos las presiones bilaterales. Sin embargo,
después de la desaparición de la Unión Soviética, los No Alineados fueron clasificados en
la gaveta de los recuerdos. El intento cubano de reanimar el Movimiento en 2006
no tuvo éxito, esencialmente debido a dos grandes obstáculos: la falta de medios
financieros y la mala fe de varios Estados miembros que se habían alineado con
Estados Unidos, durante el periodo unipolar o incluso antes.
En su Declaración Final, la
16ª Cumbre de los No Alineados retoma los temas clásicos de la soberanía, el
desarme y la igualdad entre las naciones, o sea la oposición al gobierno
mundial que ejerce el Consejo de Seguridad de la ONU y al modo de
funcionamiento de las organizaciones financieras internacionales, donde el
poder de decisión de cada país está determinado según su riqueza en términos
financieros [1]. Los elementos novedosos de esta Declaración Final aportan un
respaldo sin precedentes a la República Islámica de Irán. La Declaración
recoge, en efecto, temas a los que Teherán concede gran importancia: el acceso
a la energía como medio de garantizar el desarrollo económico, particularmente
el derecho de acceso a la tecnología nuclear para su uso civil; condena de las
sanciones unilaterales que Estados Unidos y la Unión Europea han adoptado en
violación de la Carta de las Naciones Unidas; condena de los asesinatos
selectivos a los que Tel Aviv y Washington recurren en gran escala para
eliminar a sus adversarios en cualquier parte del mundo.
El principal indicador del
éxito iraní en la organización de la Cumbre de los No Alineados son las
presiones que el Departamento de Estado ejerció sobre los países participantes
conminándolos a que no enviasen a Teherán delegaciones de alto nivel y a que se
hiciesen representar únicamente por sus embajadores en la capital iraní.
Rompiendo con la política de “containement” que Washington había venido
imponiendo desde la fuga del shah Reza Pahlevi, una treintena de Jefes de
Estado y de gobierno y más de 80 ministros de Relaciones Exteriores viajaron a
Teherán, desafiando así la voluntad de Estados Unidos.
Los territorios pintados de azul son países miembros de los No alineados y los de color celeste son observadores de dicho movimiento. |
Irán se presenta como árbitro
de una rivalidad entre Estados sunnitas. Qoms (la ciudad de los teólogos
chiitas) realza el valor de la universidad cairota Al-Azar, en detrimento de
los predicadores televisivos de Arabia Saudita. Hasta ahora ampliamente
controlada por los anglosajones y financiada por el Consejo de Cooperación del
Golfo, la Hermandad Musulmana está tratando de ganar autonomía mediante un
acercamiento a Teherán en momentos en que su acceso al poder en varios países
del norte de África le garantiza independencia financiera. A pesar de tener un
carácter contranatural, la alianza que así se perfila puede resultar provechosa
para los pueblos implicados ya que reduce las tensiones sectarias alimentadas
por las monarquías wahabitas.
Ese giro diplomático confiere
verdadero poder a los No Alineados. Debido a ello, la transformación del
Movimiento en una Organización se convierte nuevamente en un objetivo a
alcanzar. Sin esperar a que se resuelva el debate en ese sentido, la República
Islámica ha creado un secretariado provisional que se mantendrá en funciones
durante los 3 años del mandato iraní como presidente del Movimiento. A la
cabeza de este secretariado provisional de los No Alineados se halla una troika
conformada por Irán y Egipto, por supuesto, y cuyo tercer miembro es Venezuela,
país que se reafirma como actor importante en materia de relaciones
internacionales. Estos tres Estados representan a tres continentes (Asia,
África y América), y al mismo tiempo representan también tres opciones
diferentes en materia de organización social: a) une revolución espiritual, b)
la aceptación del capitalismo liberal y c) el socialismo del siglo 21.
Los tres iniciadores del
Movimiento de Países
No Alineados,
Nasser, Tito
y Nehru, en Brioni, 1956.
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En la apertura de la Cumbre,
el ayatola Ali Khamenei emitió públicamente un consejo dirigido a Estados
Unidos: libérense de la influencia israelí y defiendan sus propios intereses,
no sigan desacreditándose con su respaldo a los crímenes israelíes. La
respuesta llegaba unas horas más tarde, por boca del general Martin Dempsey,
jefe de Estado Mayor de las fuerzas armadas estadounidenses, durante una
conferencia de prensa en Londres. Luego de criticar como vanas las anunciadas
intenciones de Israel de bombardear las instalaciones nucleares iraníes, el
general Martin Dempsey declaró que, si Tel Aviv se decidiera a pasar de las
palabras a los hechos, él no desearía que Washington se hiciese cómplice de ese
crimen. Por vez primera desde la expedición de Suez, en 1956, un alto
responsable estadounidense advertía así que Estados Unidos se negará a
respaldar las próximas aventuras del Estado sionista.
Al anunciar de esa manera un
cambio estratégico, Washington toma nota de la nueva situación y reconoce el
regreso de Irán y de los No Alineados a la escena internacional.
[1] En el FMI (Fondo Monetario
Internacional) el valor del voto de cada Estado se determina según el volumen
de su PIB (Producto Interno Bruto) y las decisiones se toman por una mayoría
calificada del 70 o del 85%. Dada la importancia de su PIB, el voto de Estados
Unidos aporta un 16,74% a favor o en contra de la decisión que se ha de tomar,
mientras que los votos de 24 países africanos juntos representan sólo un
1,34%.). En el Banco Mundial, el voto de Estados Unidos representa un 16,38% en
la toma de decisiones.
Por Thierry Meyssan - Fuente RT.
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