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domingo, 12 de mayo de 2019

Los días en que la ciudad de Los Ángeles se convirtió en un infierno.

 Era marzo de 1991, George Bush padre se prepara a dar un discurso que se transmitirá de costa a costa a toda la nación norteamericana. Hablará de la determinación del pueblo norteamericano, de "Tormenta del desierto", de la operación ofensiva más grande de la historia después del día "D" en el desembarco aliado en Normandía, Francia. Su rostro flaco, con su demoníaca sonrisa reptiliana, da un poco de escalofríos, de asco, le da a uno que pensar de los Estados Unidos, de quien maneja este maligno país, cuya élite blanca anglosajona que lo maneja esta bien reflejada en ese cobarde anciano decrepito. El año pasado le tocó su hora, seguramente su inmunda alma este pernoctando en algún oscuro recoveco del infierno. 

A la izquierda, Rodney King golpeado
por cuatro policías. Todo quedó grabado
en un vídeo casero sin editar.
 Ese año Estados Unidos se había alineado a una coalición de naciones contra la dictadura de Sadam Husein. Atacarían primero el país invadido por el dictador persa, Kuwait, para poder recuperarlo y luego irían por las tropas enemigas hacia la capital persa, Bagdad. En aquel discurso, Bush le informaría a la nación norteamericana de la inminente victoria contra las tropas iraquies, de su orgullo por tal cometido y por la rapidez con que se hizo semejante empresa. Bagdad ya era un infierno de los constantes ataques misilisticos yanquis y de las incursiones aéreas. La derrota del enemigo Sadam, -antes aliado de la CIA contra los iranies-, ya era un hecho.

 Aunque la guerra en el exterior del país haya sido una anécdota pasada de los triunfos armados de los yanquis y un orgullo para su pueblo, en el frente interno no andaban las cosas bien. 

 Se habían gastado miles de millones de dólares en logística y armamento para llegar al otro lado del mundo, mientras una profunda recesión económica asolaba a los pobres y la clase media norteamericana. La violencia racial parecía que iba a juntar todo eso y transformarlo en un arsenal de problemas para encender un espiral de violencia extrema.

Una mala noche para Rodney King... y para Los Ángeles

 Un año después, un joven negro llamado Rodney King, se bajó de su auto alcoholizado luego de una persecución por una carretera de Los Ángeles. Este fue duramente golpeado por la policía local, sin mediar palabra por parte de King, los oficiales se apresuraron por darle una buena paliza con sus palos. Nadie de ellos imaginaba que había un hombre blanco grabándolo todo, en aquella noche, con su vídeo grabadora personal. El vídeo muy pronto empezaría a circular en todos los noticieros del estado de California. El fósforo en un enorme barril de pólvora recién comenzaba a encenderse.

 Lo que vendría luego es decenas de alegatos, interrogaciones por parte de los fiscales y la evidencia de que esto era un caso cerrado por la presentación inequívoca de un vídeo donde claramente se ve la brutalidad policial en su máxima expresión: cuatro policías blancos se divertían golpeando a un conductor ebrio de color. Para sumarle dramatismo y gasolina al foco del incendio racial que se venía provocando, la rabia contenida por la leve sentencia dictada contra una tendera coreana por el tiroteo y muerte de Latasha Harlins (15), una joven afroamericana madre de unos pequeños, era solo el preludio de lo que iba a suceder en todo Los Ángeles.

La comunidad afro-americana puso a la ciudad de
Los Ángeles patas para arriba, motivando su ira la discriminación
por parte de la propia justicia norteamericana manejada en su mayoría
por blancos.

 Después de los interrogatorios y de mostrarle ese corto pero interminable vídeo a los propios policías que observaban su golpiza a un ciudadano desarmado, la justicia de Los Ángeles encuentra a los acusados de violencia policial, inocentes de culpa y cargo. Todo esto sucedía en el país de las oportunidades, de las libertades constitucionales, los derechos constitucionales y de la ¿Igualdad?

 A pocas horas de conocerse el veredicto, el pandemónium en aquella gran ciudad llena de smog, no tardaría mucho en apoderarse de una de las comunidades más castigadas económica y socialmente del país más rico del planeta. Primero invadiría el interior de las mentes de cientos de miles de jóvenes morenos que no veían justicia para con las victimas, al contrario, la burda falta de condena a los policías violentos era un incentivo para que cualquier blanco que golpease a un negro, no sería castigado por el hecho que cometa. Todo esto avivó la ira  de cientos de negros y latinos para la provocación de una de las sublevaciones civiles más grandes de las que se tengan registro en todo el mundo.

 Los disturbios de Los Ángeles.  

 Los disturbios, que comenzaron por la noche, el día que se conoció el veredicto, alcanzaron su máxima intensidad en los dos días siguientes, pero continuarían durante varias jornadas más. La continua cobertura televisiva, especialmente mediante unidades montadas en helicópteros, los difundió a lo largo del mundo en directo, asombrando a televidentes que veían cómo partes de la ciudad se sumían en las llamas, muchas tiendas eran asaltadas, transeúntes inocentes eran golpeados, y los exaltados disparaban a la policía. Un toque de queda y el despliegue de tropas de la Guardia Nacional de California comenzaron a controlar la situación. Finalmente, tropas federales fueron enviadas para contrarrestar los desórdenes.

 Se estima que se perdieron entre 50 y 60 vidas, y unas 2000 personas fueron heridas. Los daños materiales rondaron entre 800 y 1.000 millones de dólares. Hubo aproximadamente 3600 incendios, que destruyeron 1100 edificios, produciéndose en algunas zonas una llamada a los bomberos cada minuto. Unas 10.000 personas fueron arrestadas, el 42% eran afroamericanos, 44% hispanos/latinos (de cualquier raza), 9% blancos (anglosajones), y 2% de otras etnias.

 Estos números son aproximadamente proporcionales a la distribución étnica de los residentes de las áreas donde se produjeron los disturbios, aunque no de Los Ángeles al completo. Los comercios propiedad de coreanos y otros inmigrantes asiáticos fueron el objetivo principal, aunque las tiendas de blancos y negros también fueron atacadas. A pesar de la imagen de conflicto étnico, gran parte de la violencia fueron robos de artículos de lujo por parte de oportunistas. Los criminales usaron el caos para su propio beneficio, y las pandillas callejeras ajustaron cuentas mutuamente y con la policía.

 Recopilación audiovisual de aquellos días de furia en Los Ángeles (California):



 En otras ciudades de los Estados Unidos se produjeron altercados de menor importancia, especialmente en Las Vegas, Atlanta y San Francisco, pero también en Oakland, Nueva York, Seattle, Chicago, Phoenix, Madison, Wisconsin e incluso en la ciudad canadiense de Toronto.

 Los disturbios se prolongaron a lo largo de una semana aproximadamente, teniendo gran relevancia los hechos de violencia contra conductores y automovilistas que pasaban por los barrios de mayoría negra.

 Aquellos terribles disturbios raciales quedaron registrados en la cultura popular norteamericana en numerosos grupos de hip hop y de otros géneros. La banda anti-sistema, Rage Against The Machine, sacó un disco titulado "The battle of Los Angeles" [1999] (La batalla de Los Ángeles), que tuvo buena critica y vendió cientos de miles de copias en todo el mundo.

 Tras los disturbios, la presión popular forzó un nuevo juicio de los agentes, y el gobierno federal presentó cargos de violación de derechos civiles contra ellos. Cerca del primer aniversario de la absolución, la ciudad esperaba en tensión la decisión del jurado federal. Tras siete días de deliberaciones se especulaba con nuevos incidentes si no se presentaba un veredicto de culpabilidad.

 Finalmente dos de los cuatro agentes fueron encontrados culpables de los cargos y los otros dos absueltos. Nunca más se dieron en los Estados Unidos eventos violentos y sociales de tal magnitud, pero si se dieron algunos episodios parecidos sin tanta violencia como fueron aquellos días de furia en L.A. 

 Todo pareciera indicar que estos problemas raciales nunca van a desaparecer en los Estados Unidos y que su sociedad va hacia un abismo y espiral de violencia que puede resultar aún peor que los disturbios de 1992.


Fuentes: Wikipedia

Documental que se puede observar en la plataforma de streaming Netflix bajo el título "LA92". Aquí el link: https://www.netflix.com/watch/80184131?trackId=13752289&tctx=0%2C0%2C5e800391423ea87d2539dd595e2ee9c7f1b2025d%3A4eeaf49cac841afbeb114cd0182209ddebd0818c%2C%2C



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