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domingo, 30 de septiembre de 2012

Gira de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner: la Argentina busca atraer inversiones chinas y rusas.

 Para cubrir los huecos económicos que aparecen a medida que las empresas occidentales, afectadas por la fuerte crisis, disminuyen su presencia en el mercado del país, Argentina apuesta por Rusia y China como sus principales aliados en los negocios.

 Después de negociar proyectos a gran escala en China, el ministro de Planificación de Argentina viajó rumbo a Moscú con intereses comerciales.

 Tras recibir la confirmación de grandes empresarios chinos en licitaciones argentinas, en las áreas de energía y telecomunicaciones, la delegación sudamericana buscará lo mismo en la capital rusa. La parte argentina tratará de promover la participación en proyectos como la construcción de centrales nucleares, cuyo desarrollo comenzará a definirse durante el próximo 2013.
 El economista Mariano Beristain ve una “complementariedad interesante” en este proceso. El analista explica que “las empresas rusas y chinas estan apuntando a cubrir el espacio económico que cubrían otras empresas europeas y estadounidenses”.

 “Las empresas rusas y chinas tienen el potencial para sustituir a sus análogos estadounidenses en América Latina”, acentuó Beristain. Según él, China y Rusia "están ubicándose como potencias y están empezando a competir en distintos sectores con EE.UU".

 “Aquí se abre un espacio para las empresas de los países emergentes, como China, Rusia y otros países, que pueden de alguna forma localizarse en Argentina o en Brasil como un puente a Mercosur”, señala el analista.

Fuente RT.

sábado, 29 de septiembre de 2012

El inicio de la guerra del terror de los Estados Unidos: la CIA, el 11 de septiembre, Afganistán y el Asia Central (1/3)

 En ocasión de la puesta en venta de la edición francesa de «La máquina de guerra estadounidense», el más reciente libro de Peter Dale Scott, la Red Voltaire publica un detallado estudio de este diplomático canadiense sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001. Peter Dale Scott resalta en este trabaja una serie de elementos que revelan la actuación premeditada de una facción del complejo militar-industrial estadounidense.

«La fabricación de una serie de provocaciones destinadas a justificar una intervención militar es realizable y podría concretarse con ayuda de los recursos disponibles.»
Informe del J-5 de la Junta de Jefes de Estados Mayores Interarmas de los Estados Unidos (JCS), 1963 [1].

 La guerra del terror de Bush y la manipulación de los 
datos de inteligencia

 El 11 de septiembre de 2001, en las horas que siguieron a los mortíferos ataques perpetrados aquel día, George W. Bush, Donald Rumsfeld y Dick Cheney embarcaron a Estados Unidos en lo que posteriormente llamaron la «guerra contra el terrorismo». En mi opinión, deberíamos llamarla más bien la «guerra del terror» ya que fue utilizada contra los civiles, de forma repetida y por todos los beligerantes, incluyendo a los actores representantes de los Estados. Una guerra del terror se caracteriza por la preponderancia del uso de armas de destrucción que actúan de forma indiscriminada, ya sea de artefactos explosivos improvisados (AEI) emplazados al borde de las carreteras o de misiles disparados desde el aire por drones (aviones tele-dirigidos) de alta tecnología [2].

 La guerra del terror podemos verla también como un elemento de un proceso más amplio, de alcance global. Con la guerra del terror todas las potencias importantes recurren al terror contra los civiles en el marco de campañas estrechamente vinculadas entre sí –China en la región de Xinjiang y Rusia en Chechenia, al igual que Estados Unidos en numerosas regiones del mundo [3]. En su contexto global, la guerra del terror puede verse como la última etapa de la extensión secular de la civilización trans-urbana a zonas en las que prevalece una resistencia rural. En esas regiones se ha podido comprobar que las formas convencionales de guerra no pueden llegar a un verdadero final, por razones geográficas y culturales.

 La guerra del terror fue formalmente declarada por George W. Bush en la noche del 11 de septiembre de 2001, cuando anunció en su discurso a la nación que Estados Unidos no reconocería «diferencia alguna entre los terroristas que perpetraron estos actos y quienes los albergan» [4]. Pero la noción según la cual el objetivo de la guerra del terror de Bush era perseguir a los terroristas perdió su credibilidad en 2003, cuando se aplicó esa fórmula al Irak de Sadam Husein, país conocido no por albergar terroristas sino como blanco del terrorismo [5]. En 2005, aquella noción siguió perdiendo credibilidad como consecuencia de la publicación en Gran Bretaña de lo que se conoce como el Memo de Downing Street. En ese documento, el director del MI6, los servicios británicos de inteligencia exterior, informaba –después de una visita a Washington, en 2002– que «Bush quería derrocar a Sadam Husein mediante una acción militar, justificada por el vínculo entre el terrorismo y las ADM (Armas de Destrucción Masiva. NdlR.). Pero los hechos y los datos de inteligencia estaban falseados para responder a los objetivos políticos» [6]. Posteriormente, toda una serie de historias falsas que vinculaban a Irak con las ADM, el ántrax y el concentrado de mineral de uranio del Níger (el «yellow cake») aparecieron en la prensa en el momento oportuno.


 El presente ensayo demostrará que antes del 11 de septiembre de 2001 una pequeña facción en el seno de la Unidad ben Laden de la CIA y de las agencias vinculadas a esta, el llamado «grupo Alec Station», ya venía maniobrando también para «falsear» los datos de inteligencia mediante su supresión. Esa maniobra permitió iniciar la guerra del terror, de manera premeditada o no. Consistió en esconderle al FBI una serie de pruebas sobre 2 de los futuros presuntos piratas aéreos del 11 de septiembre, Khaled al-Mihdhar y Nawaf al-Hazmi, para evitar que el FBI vigilara a esos dos individuos y a sus colegas antes de los atentados.

 Los autores del Informe de la Comisión sobre el 11 de Septiembre reconocieron ese fracaso en el intercambio de información. Pero lo consideraron un accidente que hubiera podido evitarse «si se hubiesen asignado más recursos» [7]. Esa explicación fue refutada posteriormente por Thomas Kean, el presidente de la Comisión sobre el 11 de Septiembre. Recientemente, cuando dos realizadores le preguntaron si el fracaso alrededor de al-Mihdhar y al-Hazmi podía ser un simple error, Kean respondió:
«Oh, eso no fue una omisión motivada por la negligencia. Fue intencional. No cabe duda alguna. […] Nosotros llegamos a la conclusión de que esas agencias llevan el secretismo en su ADN. Y ese secretismo las lleva a no compartir su información con quienquiera que sea.» [8]

 En 2011, un importante libro de Kevin Fenton, Disconnecting the Dots («Sembrando la confusión») [9], demostró de forma irrefutable que la retención de información había sido intencional, y que se había aplicado a lo largo de un periodo de 18 meses. Aquella interferencia y manipulación se hicieron especialmente flagrantes y polémicas en los días anteriores al 11 de septiembre, al extremo de llevar a Steve Bongardt, un agente del FBI, a predecir el 29 de agosto de 2001 –o sea, menos de 2 semanas antes del 11 de septiembre– que «algún día, esto costará vidas» [10].

 Como veremos posteriormente, las razones que motivaron esa retención de información siguen siendo un misterio. Hubo una época en que yo mismo estuve de acuerdo con las especulaciones de Lawrence Wright, quien creía posible que la CIA quisiese reclutar a los dos sauditas y que «estuviese protegiendo también una operación en el extranjero [posiblemente en coordinación con Arabia Saudita], y temiera por lo tanto que el FBI la revelara» [11]. El objetivo de este ensayo es sugerir que las razones que motivaron esa retención de información pueden haber estado vinculadas al objetivo, mucho más amplio, de los neoconservadores, objetivos que estos imponían por entonces a la política exterior de Estados Unidos: la consolidación de la hegemonía global estadounidense mediante el establecimiento de bases avanzadas alrededor de los yacimientos petrolíferos del Asia Central.

 En resumen, la retención de pruebas puede ser vista como un elemento del esquema, más amplio y siniestro, que venía desarrollándose en aquella época, incluyendo la ineficacia del gobierno de Estados Unidos en su respuesta a los ataques del 11 de septiembre, así como los envíos de cartas que contenían ántrax –todo lo cual facilitó el voto de la Patriot Act.


 Hoy en día, los trabajos de Kevin Fenton me han convencido de que la explicación de Lawrence Wright –sobre el hecho que la CIA estaba protegiendo una operación secreta– puede explicar también por qué la retención de pruebas comenzó en enero del año 2000, pero no logra explicar su reanudación en los días anteriores al 11 de septiembre. Fenton analiza una lista de 35 ocasiones diferentes en que los presuntos secuestradores aéreos fueron protegidos de esa manera –desde enero del año 2000 hasta el 5 de septiembre de 2001 más o menos [12]. Veremos que, según su análisis, esos incidentes pueden clasificarse en dos categorías esenciales. Los motivos que Fenton atribuye a la primera categoría eran «cubrir una operación de la CIA que ya estaba en marcha» [13]. Sin embargo, cuando ya «todas las alarmas del sistema [de seguridad nacional] estaban en rojo» en el verano de 2001, y la CIA esperaba un ataque inminente, Fenton concluye, al no poder encontrar otras explicaciones, que «el objetivo de la retención de información era, a partir de ahí, permitir el desarrollo de los ataques» [14].

 Esta última citación de Fenton implicaría que los miembros del «grupo Alec Station» cometieron un crimen, aún si ese crimen no constituía un asesinato premeditado sino un homicidio involuntario. Pudiéramos imaginar, en efecto, varias razones bien intencionadas para esa retención de información. Por ejemplo: quizás la CIA toleró las acciones de los dos sauditas para poder localizar a sus compañeros. En ese caso, se trataría de un simple error de cálculo, aunque haya dado lugar a un homicidio.

 La guerra del terror y el proyecto de dominación global de Donald Rumsfeld, Dick Cheney y Paul Wolfowitz.

 Sin embargo, en el marco de este ensayo, voy a detenerme en las actividades que realizó en Uzbekistán el director de la Unidad ben Laden de la CIA, Richard Blee. Uzbekistán era una zona que preocupaba mucho a Blee y su superior, Cofer Black. Pero era también un lugar muy interesante para Dick Cheney. En efecto, Halliburton, la empresa que Chenye dirigió entre 1995 y el año 2000, participaba desde 1997 –incluso desde antes– en la explotación de las reservas petrolíferas del Asia Central. En 1998, en un discurso ante los magnates del petróleo, el propio Cheney declaró: «No recuerdo haber visto una región emerger tan bruscamente como zona de gran importancia estratégica como es el caso hoy para [la cuenca del] Caspio» [15].

 Voy a demostrar que el objetivo y el resultado de la protección a los dos sauditas pudo haber sido alcanzar los objetivos de Dick Cheney, de Donald Rumsfeld y del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC según las siglas en inglés correspondientes a Project for the New American Century). En efecto, el proyecto de esta facción de los neoconservadores consistía en establecer «fuerzas preposicionadas» en Asia Central [16]. Veremos que, el mismo 11 de septiembre, en una llamada telefónica del director de la CIA George Tenet a Stephen Cambone (una figura central del PNAC en el Pentágono), el propio Tenet parece haber transmitido a Cambone ciertos datos importantes que nunca llegaron al FBI.

 Uno de los objetivos de ese plan de los neoconservadores era mantener la dominación de Estados Unidos e Israel en esa región, por razones de seguridad. Como vamos a ver, el proyecto de ese grupo consistía también en crear condiciones favorables para futuras acciones preventivas unilaterales contra varios Estados inamistosos, como Irak. Ese plan del PNAC fue elaborado, en particular, para establecer nuevas bases militares permanentes en el Medio Oriente, anticipando el previsible anuncio que hizo Donald Rumsfeld en 2003 al afirmar que Estados Unidos retiraría de Arabia Saudita «prácticamente todas sus tropas, con excepción del personal destinado al entrenamiento [militar]» [17]. Sin embargo, otro objetivo de ese plan era reforzar la influencia estadounidense en los Estados del Asia Central que acababan de obtener la independencia y que disponían de importantes reservas –no confirmadas– de gas y petróleo.

 En ese contexto, la alarmante conclusión de Fenton sobre los actos de la CIA que condujeron a los ataques del 11 de septiembre cobra mayor importancia en relación con el plan del PNAC. Lo mismo sucede si nos detenemos en las otras 3 anomalías flagrantes de la guerra del terror de George W. Bush.

 La primera anomalía es la paradoja que representa el hecho que esta supuesta lucha contra al-Qaeda se realizara junto a Arabia Saudita y Pakistán, precisamente las dos naciones más activas en el apoyo a esa organización a través del mundo. Veremos en este ensayo cómo los servicios de inteligencia de Estados Unidos y de Arabia Saudita cooperaron para proteger a los agentes sauditas en el seno de al-Qaeda, en vez neutralizarlos.

 Segunda anomalía: aunque la CIA pudo haberse movilizado para destruir al-Qaeda, Rumsfeld y Cheney tenían desde el principio la intención de iniciar una guerra a una escala mucho más grande. En septiembre de 2001, ninguna información sobre el 11 de septiembre vinculaba a Irak con los atentados. A pesar de ello, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, con el apoyo de su adjunto Paul Wolfowitz, observaba ya desde el 12 de septiembre «que no existían blancos convenientes que bombardear en Afganistán y [que había que] bombardear Irak, ya que en [ese país] había según él mejores blancos» [18]. El argumento de Rumsfeld estaba respaldado por un documento del Departamento de Defensa preparado para las reuniones que se desarrollaron en Camp David el 15 y el 16 de septiembre de 2001, documento que «proponía que ‘los blancos inmediatamente prioritarios para las primeras acciones’ debían ser al-Qaeda, los talibanes e Irak» [19].


 Ese país ya estaba en el colimador Rumsfeld y Wolfowitz por lo menos desde 1998, año en que los dos firmaron una carta del PNAC, dirigida al entonces presidente Bill Clinton, en la que llamaban al «derrocamiento del régimen de Sadam Husein» [20]. Pero Irak no era el único blanco del plan de Cheney, Rumsfeld y Wolfowitz –plan que, al menos desde 1992, tenía como objetivo nada más y nada menos que la dominación global de Estados Unidos, o lo que el ex coronel estadounidense Andrew Bacevich llamó «la hegemonía americana global y permanente» [21]. Era esa una importante prioridad de los neoconservadores. Incluso antes de que George W. Bush fuese electo por la Corte Suprema, en diciembre del año 2000, ya Cheney venía maniobrando para garantizar a los firmantes de la carta del PNAC de 1998 el acceso a puestos claves en la Casa Blanca, en el Departamento de Estado y en el Departamento de Defensa. Entre los firmantes de la carta estaban Richard Armitage, John Bolton, Richard Perle y otros miembros del PNAC, como Cambone, de quien hablaremos más adelante.

 Ya desde sus inicios, la guerra del terror había sido concebida como una vía para concretar el proyecto de hegemonía global. El 24 de septiembre de 2001, Condoleezza Rice, consejera de Seguridad Nacional, «abordó la cuestión del apoyo estatal al terrorismo: ‘¿Cuál es nuestra estrategia hacia los países que apoyan el terrorismo, como Irán, Irak, Libia, Siria y Sudán?’» [22]. En sus memorias, el general Wesley Clark reveló que desde noviembre de 2001 aquella interrogante se había convertido en un plan quinquenal del Departamento de Defensa:

 «Cuando volví al Pentágono en noviembre de 2001, uno de los principales oficiales entre los altos responsables del ejército me concedió tiempo para conversar. Sí, seguíamos en camino de atacar Irak, según me dijo. Pero eso no era todo. Me hizo saber que aquel ataque estaba previsto en el marco de un plan quinquenal para la realización de una campaña militar. En total, había 7 países en la lista, empezando por Irak, y después Siria, Líbano, Irán, Somalia y Sudán.» [23]

 En aquella época, el ex oficial de la CIA Reuel Marc Gerecht publicó un artículo en The Weekly Standard apoyando la necesidad de un cambio de régimen en Irán y en [24] (Desde ese semanario neoconservador, Gerecht sigue advirtiendo aún hoy a la opinión pública sobre la amenaza que supuestamente representan esos dos países.). En tiempos de Clinton, Gerecht, al igual que Cheney y Rumsfeld, formaba parte del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC, siglas en inglés), facción belicista que exhortaba a una acción militar contra Irak en particular, y más generalmente pedía un importante presupuesto de Defensa, que hubiese «aumentado considerablemente los gastos de defensa» para favorecer «la causa del liderazgo [global] de Estados Unidos». El informe del PNAC publicado en septiembre del año 2000 –Rebuilding America’s Defenses (En español, “Reconstruir las defensas de América”)– abordaba ampliamente el petróleo del Golfo Pérsico y la importancia de mantener y reforzar «fuerzas preposicionadas en esa región» [25].

 Es interesante señalar que a finales de 2001, poco después del 11 de septiembre y del inicio de la guerra del terror, Estados Unidos ya había establecido nuevas bases militares en Uzbekistán, Tayikistán y Kirguizia. EEUU estaba así en una posición mucho mejor para influir en las políticas de los gobiernos recientemente emancipados del este de la cuenca del Caspio –región rica en hidrocarburos. A través de este ensayo veremos que el acuerdo de 2001 que permitió la instalación de la primera y más importante de esas bases –la de Karshi-Khanabad (también llamada K-2), en Uzbekistán– se basó en un arreglo anterior del Pentágono, completado por un acuerdo de enlace de la CIA negociado en 1999 par Richard Blee, del «grupo Alec Station» (Blee es un personaje central en este ensayo). La mayoría de los estadounidenses ignoran que el 11 de septiembre ya había Fuerzas Especiales de EEUU desplegadas en la base K-2 en el marco de una misión uzbeka de entrenamiento militar. Tampoco saben que el 22 de septiembre de 2001, dos semanas antes de un acuerdo militar formal entre los ejércitos de Estados Unidos y Uzbekistán, «la CIA ya estaba enviando sus equipos hacia la enorme base aérea de Karshi-Khanabad (o K-2) situada en el sur de Uzbekistán, donde ingenieros del US Army estaban preparando la pista de aterrizaje» [26].

 La tercera anomalía de esta «guerra contra el terrorismo» es que condujo a un evidente aumento del uso del terror, léase la tortura, por parte de los propios Estados Unidos e incluso contra sus propios ciudadanos. Hay que señalar, en ese aspecto, que Dick Cheney y Ronald Rumsfeld, a través de su participación en el ultrasecreto «Proyecto Juicio Final» del Departamento de Defensa, habían participado también en la planificación de la Continuidad del Gobierno (Continuity of Government o COG). En Estados Unidos, la COG estaba destinada a socavar la Bill of Rights (En español, la Carta de Derechos. NdT.) mediante la vigilancia sin mandato y la detención arbitraria de los disidentes politicos Peter Dale Scott, [27]. Esa planificación –cuyo origen proviene del temor a los comunistas, reflejado en el macarthismo de los años 1950– sirvió de base a los complejos planes que desarrollaron el Pentágono y otras agencias para contrarrestar las protestas de los movimientos antibelicistas contra su objetivo común: instaurar la dominación global de Estados Unidos.

 Como ya he explicado anteriormente, Estados Unidos gasta anualmente miles de millones de dólares en el sector de la seguridad interna. Esos gastos se deben en gran parte a la creencia –formulada por el coronel del US Marine Corps Oliver North– de que la guerra de Vietnam se perdió en las calles estadounidenses y que es necesario limitar esa capacidad civil de disuasión contra las operaciones militares de Estados Unidos [28]. Como miembros del llamado «Proyecto Juicio Final» para la planificación de la Continuidad del Gobierno (COG), Cheney y Rumsfeld contribuyeron a esos esfuerzos [29]. En resumen, el 11 de septiembre permitió la aplicación de programas que una pequeña facción de responsables estadounidenses ya había estudiado desde mucho antes, o sea permitió concretar nuevas políticas radicales en Asia Central, pero también permitió implantar cambios en los propios Estados Unidos.

USAF: Fuerza aerea de los
Estados Unidos de América. 
 Resulta a la vez difícil y doloroso estudiar la posibilidad del crimen de homicidio que sugieren las meticulosas investigaciones de Kevin Fenton. Estados Unidos atraviesa hoy una crisis provocada por las actividades de bancos considerados demasiado importantes para permitir su quiebra («Banks Too Big to Fail»). Como se ha subrayado, esos bancos eran también demasiado importantes como para permitir el encarcelamiento de sus dirigentes («Banks Too Big to Jail»). En efecto, castigar a sus dirigentes como a vulgares criminales pondría en peligro la estructura financiera, ya amenazada, de Estados Unidos [30]. El presente ensayo expone, de forma detallada, un fenómeno similar, lo que podría ser un crimen demasiado importante para ser castigado («Crime Too Big to Punish»).

 Y finalmente, como veremos, el 11 de septiembre tiene puntos en común con el asesinato de John F. Kennedy.

 La disimulación alrededor del 11 de septiembre y el papel de la CIA en la realización de los ataques.

 Diez años después es importante reevaluar lo que se sabe o no sobre los acontecimientos que condujeron al 11 de septiembre, especialmente en lo tocante a las acciones de la CIA o del FBI, así como la negativa de comunicar información crucial a la Comisión sobre el 11 de Septiembre.

 Hoy podemos afirmar con confianza:

1) que las verdades más importantes siguen sin conocerse, en gran parte porque los documentos cruciales se mantienen en secreto o considerablemente censurados;

2) que prosiguen los esfuerzos disimulatorios, incluso más agresivamente que antes;

3) que, además de la disimulación, debemos analizar lo que John Farmer, ex miembro de la Comisión sobre el 11 de Septiembre, llamó «una incompetencia administrativa sin precedentes o una mentira organizada» por parte de personajes claves en Washington [31].

 Entre esos personajes se cuentan el presidente George W. Bush, el vicepresidente Dick Cheney, el general del NORAD Richard Myers y el director de la CIA George Tenet. También podemos incluir a Samuel Berger, el ex consejero de Seguridad Nacional del presidente Bill Clinton, quien antes de prestar declaración sobre esos temas se presentó en los Archivos Nacionales para retirar de allí –y quizás destruir– documentos cruciales [32]. En su libro, Farmer confirma ambas posibilidades.

 La primera, o sea «la incompetencia burocrática sin precedentes», es en realidad la explicación que ofrece la Comisión sobre el 11 de Septiembre sobre las evidentes anomalías vinculadas a los atentados y que marcaron los 20 meses anteriores a esos hechos, cuando la Unidad ben Laden de la CIA (la llamada Alec Station) ocultaba información importante al FBI. Sin embargo, gracias al importante nuevo libro de Kevin Fenton, Disconnecting the Dots, ya no es posible seguir atribuyendo el comportamiento anormal de la CIA a «problemas sistémicos», o a lo que Tony Summers designa apresuradamente como la «confusión burocrática» [33].

 Basándose en importantes libros de James Bamford, de Lawrence Wright, de Peter Lance y de Philip Shenon, Fenton demuestra de forma irrefutable que existía en la CIA una práctica sistemática que consistía en esconder información crucial para el FBI, incluso cuando el FBI normalmente tenía derecho a conocer esa información. También demuestra, con más fuerza aún, que ese proceso de retención de información se mantuvo sistemáticamente a lo largo de las cuatro investigaciones sucesivas realizadas después del 11 de septiembre: la investigación del Congreso presidida por los senadores Bob Graham y Richard Shelby (parte de la cual se mantiene clasificada como secreta), la de la Comisión sobre el 11 de Septiembre, la del Inspector General del Departamento de Justicia y la del Inspector General de la CIA.

 Lo más determinante en los trabajos de Fenton es que demuestran que esas numerosas retenciones de información –tanto las anteriores como las posteriores al 11 de septiembre– fueron obra de un número de individuos relativamente restringido. La disimulación de información que debía ser de conocimiento del FBI fue principalmente obra del llamado «grupo Alec Station» –una facción en el seno de la Unidad ben Laden de la CIA (que a su vez se conoce como «Alec Station» pero que es más amplia que el llamado “grupo”). El «grupo Alec Station» se componía mayoritariamente de personal de la Agencia, pero incluía también algunos elementos del FBI. Las figuras claves de ese grupo eran el oficial de la CIA Tom Wilshire (al que la Comisión sobre el 11 de Septiembre llama «John») y su superior directo en Alec Station, Richard Blee.

Bomba atómica
en Hiroshima (1945)
 La disimulación posterior al 11 de septiembre alrededor de la actuación de Wilshire fue principalmente obra de una sola persona, Barbara Grewe. Esta última trabajó primero en la investigación del Inspector General del Departamento de Justicia sobre el comportamiento de Wilshire. Barbara Grewe fue trasladada después a dos puestos sucesivos en el equipo de la Comisión sobre el 11 de Septiembre, en cuyo seno, y bajo la autoridad de su director ejecutivo Philip Zelikow, logró desviar la atención de los investigadores, que se interesaban por los resultados de la CIA, hacia los resultados del FBI [34]. Independientemente de que Grewe haya dirigido o no las entrevistas con Wilshire y con otros funcionarios dignos de interés, «seguramente se inspiró en ellas al redactar sus segmentos en los informes de la Comisión [sobre el 11 de Septiembre] y en los del Inspector General del Departamento de Justicia» [35].

 Los sucesivos cambios de puesto de Barbara Grewe son sintomáticos de una disimulación voluntaria decidida a un nivel jerárquico superior. Como vamos a ver, lo mismo sucede con el traslado –en mayo de 2001– de Tom Wilshire, que pasó de Alec Station (la Unidad ben Laden de la CIA) al FBI, donde comenzó una nueva etapa de interferencias en el flujo normal de la información, organizando la obstrucción dentro del propio FBI [36].

 Ese proceso comienza a partir de la información obtenida gracias a la vigilancia, por parte de la NSA y la CIA, sobre una importante reunión de la cúpula dirigente de al-Qaeda en enero del año 2000 –probablemente el único encuentro de ese tipo antes del 11 de septiembre. En Estados Unidos, esa reunión llamó instantáneamente la atención de los responsables de la seguridad nacional debido a su vinculación indirecta con un elemento de apoyo logístico (un teléfono multilíneas basado en Yemen que al-Qaeda utilizaba). Se sospechaba que aquel elemento de apoyo había servido de centro de comunicación para los atentados con bombas realizados contra las embajadas estadounidenses en 1998. Como señala Kevin Fenton «[la] Agencia se dio cuenta de que aquella réunion era tan importante que puso al corriente a los directores del FBI y de la CIA [Louis Freeh y Dale Watson], al consejero de Seguridad Nacional Samuel Berger y a otros altos responsables sobre las informaciones recogidas en aquella ocasión» [37].

 Sin embargo, en el seno de Alec Station, Tom Wilshire y su adjunta en la CIA (designada como «Michelle») [38] bloquearon los intentos de Doug Miller -un agente del FBI destacado en aquella unidad- de notificar al Buró que uno de los participantes en aquel encuentro tenía una visa estadounidense en su pasaporte (se trataba de Khaled al-Mihdhar) Fenton, [39]. Peor aún, en aquel momento, «Michelle» envió a otras estaciones de la CIA un cable que afirmaba –lo cual era falso– que «los documentos de viaje [de al-Mihdhar], incluyendo una visa estadounidense con entradas múltiples, habian sido copiados y transmitidos ‘al FBI con vista a más amplias investigaciones’» [40]. Alec Station se abstuvo también de incluir a los participantes en aquel encuentro en una lista de vigilancia, como exigían las directivas de la CIA [41].

 Comenzaba así un proceso sistemático, y a veces mentiroso, a través del cual se ocultaba sistemáticamente al FBI las informaciones de la NSA y de la CIA sobre Khaled al-Mihdhar y su compañero de viaje Nawaz al-Hazmi. Aquellas informaciones fueron también deformadas, falseadas o manipuladas para evitar toda investigación del Buró sobre los dos sauditas y sus socios. Ese proceso es un aspecto importante de la historia del 11 de septiembre. En efecto, el comportamiento de aquellos dos aprendices de piratas del aire era tan poco profesional que, sin aquella protección de la CIA, garantizada por el «grupo Alec Station», es casi seguro que hubiesen sido detectados y arrestados o expulsados, incluso mucho antes de que se preparan para tomar el vuelo 77 hacia hacia Washington [42].

 Kevin Fenton termina su investigación con una lista de 35 ocasiones diferentes en que los dos presuntos piratas aéreos fueron protegidos de aquella manera –entre enero del año 2000 y el 5 de septiembre de 2001 más o menos, o sea una semana antes de los secuestros aéreos [43]. En el análisis de Fenton esos incidentes pueden clasificarse en 2 categorías principales. Los motivos que Fenton atribuye a la primera categoría, como la retención del cable de Doug Miller, eran «encubrir una operación de la CIA que ya estaba en marcha» [44]. Sin embargo, al referirse al momento en que «todas las alarmas del sistema [de seguridad nacional] estaban en rojo» en el verano de 2001, y en que la CIA esperaba un ataque inminente, Fenton concluye, al no poder encontrar ninguna otra explicación, que «el objetivo de la retención de información era en lo adelante permitir el desarrollo de los ataques» [45].

 Después de su traslado al FBI, Tom Wilshire cambió ostensiblemente su manera de interferir. Mientras estuvo en la CIA, Wilshire maniobró para impedir la transmisión de información al Buró. Cuando llegó al FBI, emprendió una serie de revisiones de aquella misma información, pero tan lentamente que esta no pudo tener efecto antes del 11 de septiembre. Fenton sospecha que Wilshire se anticipó a un posible control de los documentos que estaba manejando y que estaba sembrando en ellos una serie de pistas falsas para neutralizar sus embarazosos resultados [46].

 Pienso que actualmente debemos aceptar la conclusión proveniente de las investigaciones de Kevin Fenton: «Está claro que la retención de aquellas informaciones no fue consecuencia de una sucesión de extraños incidentes, sino que fue intencional.» [47] Yo sugiero, sin embargo, una explicación diferente para aquellas intenciones –explicación que, a primera vista, puede parecer más simple, más inocente y también más explicativa de otros aspectos del misterio del 11 de septiembre (a pesar de que esos aspectos puedan parecer no estar relacionados).

(Continuará …)

Peter Dale Scott para Red Voltaire.


[1] Comité de Jefes de los Estados Mayores Interarmas (JCS), «Courses of Action Related to Cuba (Case II)», Informe del J-5 para el Comité de Jefes de los Estados Mayores Interarmas, 1º de mayo de 1963, NARA #202-10002-10018, p.21; conversación en Peter Dale Scott, American War Machine (Rowman & Littlefield, Lanham, MD, 2010), p.193, p.196. Edición francesa: La Machine de guerre américaine (Demi-lune, 2012).

[2] La guerra del terror se desarrolló desde los ataques aéreos contra la población civil que marcaron la Segunda Guerra Mundial, comenzando por Guernica y terminando con los bombardeos masivos contra ciudades alemanas y japonesas. A pesar de todo, aquella guerra aérea no era más que un componente de una guerra convencional mucho más amplia entre varias fuerzas armadas.

[3] Sin embargo, ni un solo acto de terror perpetrado desde el comienzo de esta década, ya sea por las tropas de Muammar el Kadhafi en Libia y de Bachar al-Assad en Siria, ha logrado sobrepasar o tan sólo acercarse a la devastación de la ciudad iraquí de Faluya por las tropas estadounidenses, en 2004.

[4] «Statement by the President in His Address to the Nation», 11 de septiembre de 2001. El 20 de septiembre de 2001, en una alocución pronunciada ante una session conjunta del Congreso, George W, Bush declaró: «[nuestra] ‘guerra contra el terror’ comienza con al-Qaeda, pero no se limita [a esa organización]. No se detendrá hasta que cada grupo terrorista dotado de capacidad de acción global sea hallado, detenido y destruido.

[5] Sobre ese aspecto, ver el Informe Final de la Comisión Nacional sobre los ataques terroristas contra Estados Unidos, cuya versión original se titula The 9/11 Commission Report (W.W. Norton, Nueva York, 2004), p.66: «Hasta el momento, no hemos visto ninguna prueba que indique que […] Irak cooperó con al-Qaeda en la planificación o la ejecución de ataque alguno contra Estados Unidos.» (Este informe está disponible en francés con el título: 11-Septembre, Rapport final de la Commission d’enquête sur les attaques terroristes contre les États-Unis [Équateurs, París, 2004]. El autor estadounidense David Ray Griffin lo analiza críticamente en Omissions et manipulations de la Commission d’enquête [Éditions Demi-Lune, París, 2006]).

[6] Sunday Times (Londres), 1º de mayo de 2005; Mark Danner, The Secret Way to War: the Downing Street Memo and the Iraq War’s buried history (New York Review Books, Nueva York, 2006).

[7] 9/11 Commission Report, pp.266-72.

[8] Rory O’Connor y Ray Nowosielski, «Who Is Rich Blee?», 911Truth.org, 21 de septiembre de 2011, (documental transcrito y traducido al francés por la asociación ReOpen911); Rory O’Connor y Ray Nowosielski, «Insiders voice doubts about CIA’s 9/11 story», Salon, 14 de octubre de 2011 (artículo traducido al francés por ReOpen911 y publicado bajo el título «La réaction des initiés et leurs doutes à propos de la version de la CIA concernant le 11-Septembre»). Rory O’Connor y Ray Nowosielski agregaron a sus propias investigaciones la confirmación de Richard Clarke, el ex director del contraterrorismo en la Casa Blanca bajo la presidencia de Bill Clinton y la George W. Bush. Clarke les declaró que él suponía que ‘la orden de no comunicar la información venía de las altas esferas’ de la CIA. Cuando le preguntaron de quién podía venir semejante orden, Clarke respondió: ‘Pienso que viene del director’, refiriéndose a [George] Tenet y agregando que este último y algunos de sus colegas nunca admitirían la verdad ‘ni aunque les hiciesen sufrir el suplicio del ahogamiento’.

[9] Kevin Fenton, Disconnecting the Dots (TrineDay, Walterville, OR, 2011).

[10] 9/11 Commission Report, p.259, p.271; Lawrence Wright, The Looming Tower: Al-Qaeda and the Road to 9/11 (Knopf, Nueva York, 2006), p.352-54; Peter Dale Scott, American War Machine, p.203. Edición francesa: La Machine de guerre américaine (Demi-lune, 2012).

[11] Lawrence Wright, «The Agent», New Yorker, 10 y 17 de julio de 2006, p.68; cf. Wright, Looming Tower, pp.339-44; conversación en Peter Dale Scott, The War Conspiracy: JFK, 9/11, and the Deep Politics of War (Mary Ferrell Foundation Press, Ipswich, MA, 2008), p.355, pp.388-89.

[12] Fenton, Disconnecting the Dots, pp.383-86.

[13] Ibidem, p. 48. Cf. Lawrence Wright, «The Agent», New Yorker, 10 y 12 de julio de 2006, p.68; citado con consentimiento en Peter Dale Scott, American War Machine, p.399. Edición francesa: La Machine de guerre américaine (Demi-lune, 2012).

[14] Fenton, ibidem, p.371, cf. p.95.

[15] Lutz Kleverman, «The new Great Game», Guardian (Londres), 19 de octubre de 2003.

[16] Rebuilding America’s Defenses: Strategy, Forces and Resources For a New Century: A Report of the Project for the New American Century, septiembre de 2000, p.17, p.27 (traducido al francés y reproducido idénticamente por ReOpen911, p.17, p.27).

[17] «US Pulls out of Saudi Arabia», BBC News, 29 de abril de 2003.

[18] Richard A. Clarke, Against All Enemies: inside America’s war on terror (Free Press, Nueva York, 2004), p.31.

[19] Bradley Graham, By His Own Rules: The Ambitions, Successes, and Ultimate Failures of Donald Rumsfeld (Public Affairs, Nueva York, 2009), p.290.

[20] PNAC, Letter to President Clinton on Iraq, 26 de enero de 1998.

[21] Gary Dorrien, Imperial Designs: Neoconservatism and the New Pax Americana (Routledge, Nueva York, 2004). Bacevich se refería a un memo de 1992 redactado por Paul Wolfowitz y destinado a Dick Cheney, en aquel entonces secretario de Defensa. El memo exhortaba a Estados Unidos a conservar su capacidad para actuar unilateralmente. Ver Lewis D. Solomon, Paul D. Wolfowitz: visionary intellectual, policymaker, and strategist (Praeger, Nueva York, 2007), p.52; Andrew Bacevich, American Empire: The Realities and Consequences of U.S. Diplomacy (Harvard UP, Cambridge MA, 2002), p.44.

[22] Bob Woodward, Bush at War (Simon & Schuster, Nueva York, 2002), p.131. Mucho antes, en la tarde del 11 de septiembre, el oficial del Pentágono Stephen Cambone había tomado notas durante su conversación con Rumsfeld: «Necesidad de blancos inmediatos – Actúen masivamente. Barran con todo eso, vinculado o no [a los ataques del 11 de septiembre]».

[23] Wesley Clark, Winning Modern Wars (PublicAffairs, Nueva York, 2003), p.130.

[24] Siria Nicholas Lemann, «The Next World Order», New Yorker, 1º de abril de 2002.

[25] Rebuilding America’s Defenses: Strategy, Forces and Resources For a New Century: A Report of the Project for the New American Century, septiembre de 2000, p.17, p.27 (traducido al francés y reproducido idénticamente por ReOpen911, p.17, p.27).

[26] Ahmed Rashid, Descent into chaos: the United States and the failure of nation building in Pakistan, Afghanistan, and Central Asia (Viking, Nueva York, 2008), p.69, p.70; citando a Ahmed Rashid, «US Builds Alliances in Central Asia», Far Eastern Economic Review, 1º de mayo de 2000: «La CIA y el Pentágono habían colaborado estrechamente con el ejército y los servicios secretos uzbekos desde 1997, proporcionando equipamiento, entrenamiento y supervisión con la espereanza de utilizar las Fuerzas Especiales uzbekas para expulsar a Osama ben Laden de Afganistán –hecho descubierto durante un viaje a Washington, en 2000.»

[27] «Le ‘Projet Jugement dernier’ et les événements profonds: JFK, le Watergate, l’Irangate et le 11-Septembre», Réseau Voltaire, 4 de enero de 2012.

[28] Peter Dale Scott, La Route vers le Nouveau Désordre Mondial: 50 ans d’ambitions secrètes des États-Unis (Éditions Demi-Lune, París, 2010), p.36.

[29] Algunos estimados sobre los gastos anuales en el sector de la seguridad interna alcanzan el billón de dólares (o sea, un millón de millones). Ver Stephan Salisbury, «Weaponizing the Body Politi», TomDispatch.com, 4 de marzo de 2012.

[30] Cf. Simon Johnson, «Too Big to Jail», Slate, 24 de febrero de 2012: «La principal motivación tras la indulgencia de la administración hacia ciertos crímenes graves es evidentemente el temor a las consecuencias que pudiera tener una acción firme contra banqueros. Y nuestros dirigentes quizás tienen razón en sentir ese temor, a la vista de las enormes dimensiones de los bancos para todo lo que tiene que ver con la economía. En efecto, estos son hoy más grandes de lo que eran antes de la crisis. Además, como James Kwak y yo mismo ya lo hemos demostrado ampliamente en nuestro libro titulado 13 Bankers, los bancos son mucho más grandes que hace 20 años.»

[31] John Farmer, The Ground Truth: the untold story of America under attack on 9/11 (Riverhead Books, Nueva York, 2009), p.288; citado en Anthony Summers y Robbyn Swan, The Eleventh Day: the full story of 9/11 and Osama bin Laden (Ballantine, Nueva York, 2011), p.147.

[32] Summers, Eleventh Day, pp.383-84; cf. Farmer, Ground Truth, p.41. A pesar de ser miembro del Partido Demócrata, Samuel Berger fue protegido después por la administración republicana de George W. Bush, que le evitó tener que comparecer ante el Congreso para dar cuenta de sus actos (lo cual era una condición en su negociación de pena).

[33] Summers, ibidem, p.334.

[34] Fenton, Disconnecting the Dots, pp.72-79. Barbara Grewe salió enseguida del gobierno para irse a trabajar a Mitre Corp., une firma privada que se ocupa de los contratos entre la CIA y otra firma llamada Ptech. Hace varios años, en un testimonio de Indira Singh sobre el 11 de septiembre, esta última planteó serias interrogantes sobre el trabajo realizado por Ptech y Mitre Corp. sobre los sistemas de interoperabilidad entre la FAA y el NORAD; voir Scott, La Route vers le Nouveau Désordre Mondial, p.245.

[35] Fenton, ibidem, p.78. Una empleada de los Archivos Nacionales, Kirsten Wilhelm, declaró a Kevin que «parece que Barbara Grewe realizó las entrevistas con ‘John’ [Wilshire] y Jane [Corsi]», otra figura clave en este asunto. Wilhem no pudo encontrar «registro oficial» de la entrevista con Wilshire, entrevista que Fenton llama con toda razón «la audiencia probablemente más importante que haya dirigido la Comisión [sobre el 11 de Septiembre]» (p. 79). Al citar también una correspondencia con Kirsten Wilhelm, Summers desaprueba el hecho que no haya ningún rastro de aquella entrevista con Wilshire, y dice que existe un informe sobre aquel intercambio pero que «está censurado en su integralidad» (Summers, Eleventh Day, p.381, cf. p.552). Se trata de una cuestión importante en la que tendrán que concentrarse futuras investigaciones.

[36] Fenton, ibidem, p.225.

[37] Ibidem, p.38; citando 9/11 Commission Report, pp.181-82.

[38] «Michelle» fue identificada posteriormente por Internet pero, hasta el momento, por una sola fuente.

[39] ibidem, pp.42-45; resumiendo el informe del Inspector General del Departamento de Justicia, pp.239-42; cf. Wright, Looming Tower, pp.311-12.

[40] Fenton, ibidem, p.50; resumiendo el informe del Inspector General del Departamento de Justicia, pp.242-43; cf. Wright, Looming Tower, pp.311.

[41] Fenton, ibidem, p.45.

[42] Ignoro si realmente abordaron ese avión. Pero estoy convencido de que al-Mihdhar y al-Hazmi actuaron como si quisieran secuestrar una nave aérea, como lo demuestran sus contactos con al-Qaeda en Malasia y en otros lugares, y sus intentos de aprender a pilotear un avión, etc.

[43] Fenton, ibidem, pp.383-86.

[44] Ibidem, p.48. Cf. Lawrence Wright, «The Agent», New Yorker, 10 y 12 de julio de 2006, p.68; citado con consentimiento en Peter Dale Scott, American War Machine, p.399. Edición francesa: La Machine de guerre américaine (Demi-lune, 2012).

[45] Fenton, ibidem, p.371, cf. p.95.

[46] Ibidem, 239-42, 310-22. Fenton señala que Corsi trabajó en el cuartel general del FBI, que coordinaba «los enlaces con los servicios extranjeros» (p.313).

[47] Ibidem, p.310.

Los manifestantes del 29S vuelven a cercar el Congreso en Madrid pidiendo la dimisión del gobierno.

 Los manifestantes españoles se movilizan en Madrid en las cercanías del Congreso de los Diputados para ‘rodearlo’ y para pedir la dimisión del Gobierno. A falta de poco minutos para que arranque el 29S, la Policia intentó desalojar a los periodistas, esgrimiendo que se trata de una "medida de seguridad", informa nuestra corresponsal en Madrid, Ángela Gallardo. “¡No!” y “¡Gobierno dimisión!”, puede leerse en las pancartas que portan los indignados que silban a un helicóptero de la Policía que sobrevuela la manifestación. 

 Esta es la tercera protesta que se lleva acabo en la capital española. La jornada del 25S degeneró en violentos choques entre la policía y los activistas, dejando como resultado 35 detenidos y más de 60 heridos. Mientras, durante la protesta del 26S se registraron episodios aislados de brutalidad policial, se practicaron tres detenciones y tres personas sufrieron heridas leves.

 En la antesala de la tercera jornada de manifestaciones frente al Congreso de los Diputados, prevista para este sábado, la Coordinadora del 25S exige crear "un nuevo marco político y económico en el que participemos todos nosotros".



“Exigimos la democracia social, la democracia participativa, y que se instrumentalice una fórmula en la que todos podamos construir este nuevo modelo, que no solo es necesario, sino que es indispensable", comentó a RT Chema Ruiz, portavoz de la coordinadora del 25S. De otra forma -dijo- "estamos condenados directamente a la miseria, al hambre y a la esclavitud”.

 "Rajoy no hace nada por ti, sigue recortando tu bienestar mientras aumenta el presupuesto para pagar los intereses de la deuda. Si no se niega a pagar una deuda ilegítima y si no detiene inmediatamente los recortes, el Gobierno debe dimitir", exige la Coordinadora de la iniciativa.

 Asimismo, Ruiz subraya que la carga policial de jornadas anteriores no solo no ha disuadido a los manifestantes sino que, antes al contrario, implica más a la gente en las protestas, como ya ocurrió durante el movimiento 15-M,

 Este sábado los indignados españoles se movilizan por tercera vez en las cercanías del Congreso, que rodearán mientras exigen a los políticos que "gobiernen para los ciudadanos y no para los bancos", y que abran "un nuevo proceso democrático para que estén primero las personas y no la banca". Paralelamente, en otras veinte ciudades, tanto españolas como extranjeras, la gente también saldrá a las calles para decir 'no' a los recortes.

 La iniciativa 'Rodea el Congreso' se materializó por primera vez el martes. El 25S degeneró en violentos choques entre la policía y los activistas, y se saldó con 35 detenidos y más de 60 heridos, entre ellos agentes de Policía, que usaron porras y gases lacrimógenos para mantener a raya a los manifestantes. Durante el 26S se registraron episodios aislados de la brutalidad policial, se practicaron tres detenciones y tres personas sufrieron heridas leves.

 “Somos el 99 por ciento/ lo queremos todo…


 El futuro está aquí/ el inicio está cerca”. Este es el estribillo de la canción que los roqueros que apoyan el movimiento 'Ocupa Wall Street' han creado con motivo de su aniversario. Aunque el movimiento ya ha generado varias canciones, Morello sentía que 'Ocupa Wall Street' carecía un himno dinámico de estilo 'hard rock', según confesó a la revista 'Rolling Stone'. Aunque la idea de componer uno se apoderó de él hace meses, lo hizo en una semana, cuando la inspiración le llegó mientras preparaba el concierto del aniversario.    

 Morello, que ha dado muchos conciertos a favor de Ocupa, compuso la canción en colaboración con dos famosos colegas que también apoyan el movimiento: Serj Tankian, cantante, poeta y compositor, y Tim McIlrath, cantante y guitarrista, miembro del grupo de 'punk rock' Rise Against. Para el video de la canción se usaron grabaciones de los manifestantes en Zucotti Park y Liberty Square.  

 La canción, que según Morello es "un regalo al movimiento", puede descargarse gratis desde Internet.

Fuente RT

viernes, 28 de septiembre de 2012

"Con ayuda de la primera potencia, la Unión Europea va camino a derrumbarse como la Unión Soviética".

 Azotada por la crisis financiera, la Unión Europa suele compararse en los últimos tiempos con el Imperio Romano en vísperas de su caída. Sin embargo, algunos expertos opinan que la eurozona se parece mucho más a la URSS en los años 70 y 80 del siglo pasado.

 Hoy en día, el estado del "paciente europeo" no es mucho mejor que el del soviético en la era del estancamiento, cuando la enfermedad ya se había complicado hasta tal grado que resultaba muy difícil, por no decir imposible, tratarla, expresó en su artículo 'la UE sigue los pasos de la URSS' en la revista Odnako el periodista Mijaíl Tiurkin. El junto con otros analistas económicos destaca la crisis del modelo económico y la influencia de Washington como principales culpables.

 La maldición de la deuda

 El economista ruso Mijaíl Deliaguin cree que el descuido financiero junto con la desenfrenada carrera de consumo han provocado la "maldición de la deuda" en Europa. "¿Se encuentra en el calabozo de castigo? No hay problemas. Tiene que tomar otro préstamo bancario para pagar la deuda anterior y así hasta el infinito", agrega el experto, explicando que el Estado no se fijaba en la soga que tenía alrededor de su propio cuello hasta que ha llegado la crisis.


 En esta misma línea, según otro economista ruso, Mijaíl Jazin, el problema de la deuda para los países occidentales se agravó con la creación de la zona euro, cuando se produjo una integración entre países con cultura económica muy diferente. “Alemania se ha convertido en uno de los exportadores principales a nivel mundial, pero en el sur hay una economía que vive del turismo y de la agricultura. ¿Qué pasaba en los buenos viejos tiempos? Cuando se producía una crisis cíclica, los griegos, españoles e italianos devaluaban su moneda y el dinero recibido les ayudaba a mantener su economía”, explica Jazin.

 Según el economista, este tipo de pasos son ahora imposibles. “A fin de preservar un buen nivel de vida para sus ciudadanos, los países del sur de Europa tuvieron que pedir grandes préstamos a los banqueros internacionales y a los vecinos ricos del norte. Debido al tornado financiero mundial que empezó en 2008, la búsqueda de nuevos préstamos pasó a ser un problema y los países sureños, agobiado por las deudas, empezaron a hundir a toda la UE”, explica.

 La mano de Washington que hunde

 Mientras la Unión Europea no tiene dinero suficiente para pagar las deudas de sus miembros sureños, "la mano de Washington", como en el caso de la Unión Soviética, está hundiendo a propósito a sus competidores en el pantano de crisis, recalcó el periodista  Mijaíl Tiurkin.

 El destaca que las autoridades monetarias de EE.UU. rebajan la calificación de la deuda en la eurozona para causar pánico en la eurozona y lograr que el capital huya a su país, donde existe una necesidad urgente para tapar los agujeros económicos y evitar efectos negativos en la víspera de las elecciones presidenciales. Eso significa que Estados Unidos está tratando de aprovecharse de sus aliados europeos de la misma manera en que, hace unos 20 años, retrasó su colapso gracias al derrumbe de la Unión Soviética, explicó el autor del artículo.

 Incapacidad y divergencia de la élite

 La élite europea y la soviética - matiza Mijaíl Tiurkin -  han demostrado al mundo unos comportamientos similares ante la crisis, escogiendo un camino de menor resistencia y prácticas de charlas en vez medidas eficaces. En vez de pensar en cómo sacar a Europa de la crisis Bruselas prefiere hablar de la libertad y la democracia. Por su protocolo y la falta de eficacia, las cumbres de la UE son muy similares a las reuniones del Politburó [máximo órgano ejecutivo de distintos partidos políticos de la URSS], considera el autor del artículo.

 Asimismo, el periodista advierte que la lucha ideológica entre los conservadores y los reformadores dentro de la UE,  que también era propia de la Unión Soviética durante la época de reformas conocida como 'Perestroika', aleja aún más la salida de la crisis. "No habrá eurobonos mientras yo esté viva", anunció de una manera muy gráfica y llamativa la conservadora Angela Merkel en vísperas de una cumbre. Mientras, el presidente francés, François Hollande, apoya la iniciativa.

 Sin embargo, dice el periodista, comprando deudas para obtener rendimientos y otros intentos de Hollande de lograr una justicia social pueden acarrear una verdadera catástrofe económica, igual que los "impulsos democráticos" del ex presidente de la URSS y ex secretario general del Comité Central de Partido Comunista soviético, Mijaíl Gorbachov, llevaron a la desintegración de la URSS.

Fuente RT.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Assange ante la Organización de Naciones Unidas: "Es hora de que EE.UU. cese la persecución de WikiLeaks".

 El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, apareció hoy entre los relatores en la Asamblea General de la ONU. "Hay un mundo nuevo tras la revelación de las publicaciones de WikiLeaks", declaró.

 El fundador de WikiLeaks subrayó la diferencia entre las palabras y las acciones de Estados Unidos, alabó lo que dijo el presidente Barack Obama, pero señaló que se acabó el tiempo de la mera retórica sin acciones.

 "Felicitamos y estamos de acuerdo con las palabras de que se puede lograr la paz. Pero el tiempo de las palabras ha terminado. Es hora de que EE.UU. cese la persecución de WikiLeaks, nuestra gente y nuestras fuentes", dijo. "La investigación en contra de WikiLeaks no tiene precedentes por su escala. Es hora de que el presidente Obama haga lo correcto y se una a los cambios en el mundo", declaró Julian Assange.

 En su discurso Assange denunció la violación de derechos de ciudadanos por el Gobierno de EE.UU. Puso como ejemplo al informador de WikiLeaks Bradley Manning. El australiano acusó al Gobierno de EE.UU. de haber detenido a Bradley Manning sin presentar cargos en su contra y maltratarle. Actualmente Manning, que fue "maltratado y torturado psicológicamente", es acusado de "delitos capitales".

 "Bradley Manning fue encarcelado en Bagdad y luego fue transferido a Virginia. Fue torturado. Es un soldado y patriota que fue abusado por su Gobierno. Le querían forzar para testimoniar contra WikiLeaks y contra mí. Ahora puede enfrentar la pena capital por revelar la verdad", sentenció.


 Agregó que el FBI elaboró 42.135 páginas sobre la actividad de WikiLeaks, y al menos 8.000 son sobre Bradley Manning.

 Antes de Assange intervino ante la ONU el canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, que hizo hincapié en el tema del asilo diplomático que su país había concedido al australiano. "Ya durante dos meses intentamos encontrar una decisión legal con el Reino Unido y Suecia sobre el asunto de Assange. Defendemos el derecho de asilo, un derecho humano fundamental", dijo.

 El famoso activista e informático presentó su discurso a través de una videoconferencia desde la embajada ecuatoriana en Londres, donde permanece refugiado desde hace un centenar de días. RT retransmitió el evento en vivo desde la sede de la ONU en Nueva York.

 La intervención de Assange, organizada por Quito, busca encontrar una postura común con el Reino Unido sobre el asilo diplomático concedido al australiano y está centrada ante todo en los derechos humanos. Londres le ha negado un salvoconducto, alegando que está obligado a extraditarlo a Suecia, país que lo reclama por una supuesta agresión sexual.

Fuente RT.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Más mano dura del monje negro y su séquito en Washington: Obama reduce programas sociales y aumenta el gasto militar de su país.

 La decisión del presidente Obama de aumentar el gasto militar en 2011 y en el futuro, producirá el dispendio militar-administrativo más grande desde la segunda guerra mundial. Esta determinación se origina a pesar de las continuas evidencias de despilfarro, fraude, abuso e incremento del apoyo financiero corporativo al presupuesto militar. Al mismo tiempo, serán congelados los gastos en programas nacionales «no relacionados con la seguridad», tales como educación, nutrición, energía y transporte, lo que traerá como consecuencia cortes inflacionistas en los servicios esenciales para el pueblo de EE.UU. durante los próximos años.



  A pesar de que estos programas nacionales constituyen solo el 17 % del gasto federal total, sufrirán igualmente los recortes presupuestarios. Jo Comerford, director ejecutivo del Proyecto de Prioridades Nacionales, dijo: «La oferta [de Obama] limita los gastos en las áreas no relacionadas con la seguridad a 447,000 millones de dólares para los próximos tres años fiscales. Durante ese tiempo, la inflación afectará el poder adquisitivo de ese total y ocasionará recortes [presupuestarios] en los servicios durante cada año sucesivo». Las consecuencias de recortar el gasto doméstico aumentarán aún más la brecha entre ricos y pobres.

 Sin embargo, el presupuesto militar asciende aproximadamente a un 55 % del gasto discrecional del año fiscal actual y aumentará aún más en el siguiente. De acuerdo con las proyecciones de la Oficina de Administración y Presupuesto, el dinero destinado a gastos militares tendrá un aumento adicional de 522,000 millones de dólares durante la próxima década. Tom Engelhardt señaló en TomDispatch.com: «He aquí una realidad para los estadounidenses: el Pentágono es nuestro verdadero Estado de bienestar, los fabricantes de armas son nuestras reales “reinas de bienestar” a los cuales no hemos parado nunca de atiborrar con dinero».

 Existe un enorme y generalizado despilfarro, así como fraude y abusos del Pentágono y de los contratistas militares, que dan por resultado mayor bienestar para los ricos. William Astore, un teniente coronel de la aviación retirado, concluyó: «En lo que concierne a las cuestiones militares de nuestra nación, no funciona eso de “ojos que no ven, corazón que no siente”. Ahora, teniendo en cuenta el permanente estado de guerra en el que nos encontramos, llama la atención la gran cantidad de estadounidenses que se alegran de no “saber nada”».

 La opinión pública nunca oye hablar en los grandes medios corporativos de los gastos de guerra y de cuánto cuesta todo realmente. Varios ejemplos ilustran el grado de abuso al contribuyente:

 Se estima que un solo sistema de armamento futuro le cueste al contribuyente estadounidense casi un tercio de lo que se espera que se gaste en el plan de atención de salud propuesto por la administración de Obama durante toda una década. Originalmente se estimaba el precio de un avión F-35 en 50 millones de dólares, pero hoy es de 113 millones. La infantería de marina, la fuerza aérea y la marina de guerra planean comprar un conjunto de 2,450 unidades de F-35, que costarían en total unas 323,000 millones de dólares.

 Una reciente sesión de la Comisión [federal] sobre Contratos en Tiempo de Guerra en Iraq y Afganistán lanzó un informe de 111 páginas con sus «investigaciones iniciales acerca de la exagerada dependencia del país de los contratistas». De acuerdo con lo expresado en la audiencia: «Más de 240,000 empleados contratistas —de ellos, cerca del 80 % son extranjeros— están trabajando en Iraq y Afganistán para apoyar operaciones y proyectos militares de EE.UU., del Departamento de Estado y de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). La cantidad de empleados de las empresas contratistas superan en número a los soldados estadounidenses en la región.

 Aunque los contratistas proporcionan servicios vitales, la Comisión considera que el empleo de estos también ha acarreado la pérdida de miles de millones de dólares en despilfarro, fraude y abusos debido a la inadecuada planificación, la elaboración de contratos sin calidad, la limitada competencia, las fallas en la supervisión y otros problemas». Jeremy Scahill observó que la comisión de tiempo de guerra que se encarga de revelar el alcance de la corrupción, incluye a miembros que están a favor de la guerra o que han trabajado para importantes contratistas militares.

 Según Kathy Kelly, autora de Tough Minds, Tender Hearts (Mentes duras, corazones blandos), «el gobierno de EE.UU. dedica enormes recursos y mucha sofisticación para matar en Afganistán. Ojalá gastara un poco de ese dinero en darse cuenta de que dicha política está creando indignación (…) Un soldado estadounidense —ya en tierra afgana— cuesta cerca de un millón de dólares al año. Imagínense cuantas cosas buenas podrían hacerse si ese dinero se invirtiera en el pueblo afgano. Un gobernador en Afganistán gana cerca de 1,000 dólares al año».

 El presidente Obama continúa el proceso de reinflación del Pentágono que comenzó a finales de 1998, exactamente tres años antes de los ataques del 11 de septiembre. El aumento de gastos en defensa nacional desde 1998 es tan grande como la suma de los incrementos de Kennedy-Johnson (43 %) y el de Reagan (57 %). Al Departamento de Defensa se le ha otorgado alrededor de 7,2 mil millones de dólares desde 1998, año que marca el fi n de la disminución de los gastos militares durante la etapa posguerra fría. El gasto actual sobrepasa la cifra máxima de los años de la guerra de Vietnam y de la era de Reagan y en este momento los planes del Pentágono son mantenerse en ese nivel.

 El aumento radical del actual gasto militar, en comparación con la guerra fría y la segunda guerra mundial, se justifica con las guerras en Iraq y Afganistán. Sin embargo, si las guerras de hoy no se incluyeran, todavía existe un incremento de 54 % desde 1998.

 El año pasado innumerables audiencias públicas abordaron el tema de la reforma de la atención de salud, que además fue durante meses una noticia constante y motivo de discusión de los ciudadanos, las corporaciones involucradas, los medios y el Congreso. El programa de atención sanitaria costará al pueblo estadounidense en diez años la misma cantidad de dinero que invierte en un solo año en la defensa y la seguridad nacionales. Incluso, anualmente los presupuestos de defensa consiguen la aprobación sin una sola reunión «de ayuntamiento», sin ninguna cobertura de los medios y casi sin ningún análisis en el Congreso.


 El contribuyente, forzado a pagar cerca de un billón de dólares anuales para financiar al ejército, la infraestructura de seguridad interior y las guerras, sigue siendo un desconocedor de los costos reales. Las razones de la falta de conocimiento público sobre el gasto militar son varias e incluyen: ausencia de cobertura de los medios de comunicación corporativos; grandes medios que utilizan como «analistas» y «expertos» a oficiales jubilados del ejército, que así presentan solamente un lado del asunto; la deferencia inculcada a los civiles con relación a los jefes militares («déjenlo a los expertos uniformados»); secreto y «presupuestos negros» que obscurecen el gasto militar. Entre las cuestiones sobre los militares de EE.UU. que aborda el profesor William J. Astore, surge una pregunta clave:

 ¿Por qué los militares son inmunes al doloroso ajuste presupuestario al que hace frente el resto de EE.UU?

 Astore concluyó: «Es verdad que el mundo es un lugar peligroso. El problema es que el Pentágono forma parte de ese peligro. Nuestro ejército se ha fortalecido y con esa fuerza domina a nuestro gobierno, incluyendo su política exterior e incluso aspectos de nuestra cultura, pues no existe contraparte eficaz a su estilo de pensamiento encerrado y centrado en el conflicto».

 Esta dominación está costándole a EE.UU. enormes sumas de dinero público, es la principal contribución a la crisis económica, y continuará erosionando desesperadamente, ahora y en el futuro, los necesarios programas de gasto social público.

Por David Zupan, Jeremy Scahill , Sam Husseini, Tom Englehardt, William J. AstoreFuente: Red Voltaire.