viernes, 16 de noviembre de 2012

¡Hasta la vista, Hillary!

 Quizás la última ocasión en que Hillary Diane Rodham Clinton, la todavía hoy secretaria de Estado estadounidense, sufrió las angustias de ese cargo fue el pasado 7 de octubre de 2012. Seguramente hacia las 8 de la noche (hora de Washington) ya había sido informada la señora Clinton del fracaso de su Departamento de Estado en su propósito de abrir –con cuantiosos recursos–el camino de su ahijado Henrique Capriles hacia el palacio presidencial en Venezuela.

 Es posible que la defensora del “Smart Power”, estuviese rodeada en aquel momento de sus asesores especializados en “Latin American Affairs” y que su mirada se haya hecho especialmente hosca al observar las imágenes de las largas filas de electores que esperaban para votar en el país sudamericano. También es posible que una profunda desazón invadiera a Mrs. Clinton cuando las pantallas de su oficina reflejaron los felices rostros de miles de partidarios del presidente-candidato Hugo Chávez Frías que celebraban su reelección. También es posible que la derrota ante un adversario que ella había subestimado la haya decidido, días después, a filtrar la noticia de su próximo retiro del Departamento de /Estado.

 Ahora que se confirma esa noticia resulta irresistible la tentación de comparar el desasosiego que debe haber vivido la aún secretaria de Estado Hillary Clinton el 7 de octubre de 2012 con otras dos intensas jornadas que experimentó durante su gestión, desde 2009.

 Cabe recordar la madrugada del 2 de mayo de 2011, cuando millones de espectadores pudimos ver como la tensa mano derecha de Hillary cubría su boca y su expresión, quizá de preocupación, cuando el helicóptero de los Navy SEAL chocó contra una cerca de la vivienda de Osama ben Laden. El accidente parecía poner en peligro el éxito de la Operación Lanza de Neptuno (que por designios inescrutables del Pentágono nació como Operación Gerónimo). Sin embargo, apenas 38 minutos después se confirmaba la muerte del hombre más buscado del planeta y los músculos faciales de la señora Clinton recuperaban su rebosante redondez.

 Y esa expresión que pretendía ser “kind” y “polite” se transformó en rotunda carcajada que sacudió su rolliza figura aquel 20 de octubre, cuando ante las cámaras de la CBS, Mrs. Clinton fue informada de la muerte de Muammar el Khadafi; con rápidos reflejos la Secretaria de Estado subió los brazos en señal de triunfo y moviéndolos mientras su rostro desplegaba una abierta sonrisa de satisfacción expresó: “¡Fuimos, vimos y murió!”.

 La reacción de la secretario de Estado Hillary Clinton ante el anuncio del asesinato de Muammar el Kadhafi.

La reportera, tan risueña como la propia señora Clinton, le preguntó si su sorpresiva presencia en Trípoli había tenido algo que ver con la muerte del líder libio. La secretaria de Estado respondió que no antes de agregar, con la misma amplia sonrisa de satisfacción: “Estoy segura de que así fue.” El video es harto elocuente, pero no apto para menores.

 Otro gesto que probablemente ilustra la personalidad real de quien durante 4 años ha representado ante el mundo los intereses de Estados Unidos es la frase que pronunció en las primeras horas posteriores al desplome del World Trade Center. Aquel 11 de septiembre de 2001, la flamante senadora por Nueva York lanzó una atronadora advertencia al resto del mundo: “Quien no esté con nosotros está contra nosotros.”

 Esa desafiante Hillary Diane Rodham Clinton se construyó en un ambiente anticomunista y conservador. Con el tiempo se acercó a los liberales, cuando se graduó como capaz doctora en Derecho. En 1974, estuvo en el equipo de abogados que asesoró al Comité Judicial del Congreso que sometió a Richard Nixon a juicio político por el escándalo del Watergate. Años después, se convertiría en Primera Dama del Estado de Arkansas (durante dos mandatos) cuando su esposo fue electo gobernador de aquel Estado y también durante dos mandatos fue Primera Dama de Estados Unidos cuando William Jefferson Blythe III (William Clinton) logró la presidencia (1993-2001).

 Y sí, es más que probable que la reelección de Hugo Chávez como presidente de la estratégica Venezuela representara para Hillary el más rotundo fracaso de sus aspiraciones imperiales. Debió congelarse el rostro de la Secretaria de Estado con esa confirmación de que, cada vez más, el mapa de Nuestra América escapa a la visión geopolítica estadounidense. También debió despertar su profunda ira cuando constató que los recursos energéticos, acuíferos e la inmensa biodiversidad del subcontinente americano permanecen bajo el control de sus pueblos.

 Ahora, Hillary se va. El anuncio del retiro de Mrs. Clinton se conoció antes de que concluyera octubre, el mes que para ella debió ser aciago. Está cansada, dice la prensa desinformadora, aunque al Washington Post le espetó: “no estoy muy dispuesta a permanecer más tiempo” y esa frase denota más irritación que agotamiento. Por eso vale que nos preguntemos: ¿cuál es la misión que no logró? ¿Ver su anhelado ataque aéreo contra Damasco y después contra Teherán? Y aunque la administración Obama haya podido festejar por estos días la captura y muerte de los dos archienemigos de Estados Unidos: Osama ben Laden y Muammar el Khadafi, la señora Clinton no logra celebrar.

 Las noticias que surgen en todos los puntos del planeta nos muestran una política exterior estadounidense divorciada del acontecer mundial. A pesar de haberse reunido con dirigentes políticos de 110 países en estos 4 años, la señora Hillary Clinton nunca ha comprendido las sutilezas de la diplomacia mundial. En Irak y Afganistán, aún bajo la ocupación estadounidense, se perpetúan los atentados contra las tropas ocupantes y en Pakistán decenas de miles de personas se oponen a que su gobierno oculte la guerra de drones que Washington ha desatado contra la población civil de ese país.

 Tal vez el drama inesperado que heló la sangre a la señora Hillary Clinton fue la confirmación de la muerte de su representante en Libia, Chris Stevens. Cuando los mercenarios disfrazados de “rebeldes” libios incendiaron el consulado estadounidense en Bengazi y provocaron la muerte de aquel hombre del sistema y experto en la región, se puso de manifiesto la inconsistencia de los acuerdos y pactos que el Departamento de Estado articuló con ellos por debajo de la mesa.

 Entre los nombres que ya se barajan para sustituir a Hillary Clinton en el Departamento de Estado está el de Susan Rice, actual representante permanente de EEUU en la ONU.
Los latinoamericanos no esperamos mucho de los eventuales sucesores de la aún secretaria de Estado. Las posibles nominaciones del ex candidato presidencial John Kerry o la de Susan Rice, la actual embajadora de Estados Unidos ante la Organización de Naciones Unidas, no anticipan buenas nuevas en cuanto a la futura “diplomacia” de Washington. Un prometido acercamiento a América Latina para el segundo mandato de Obama no altera la estela de militarismo, expoliación y devastación ambiental de su política exterior.

 Y sí, todavía es posible que una personalidad como Mrs. Clinton retorne a la política. Ya se rumora en los pasillos de Washington que Hillary planea convertirse en el relevo de Barack Hussein Obama II. En todo caso lo que nos apetece en este momento es abrirle bien grande la puerta y decirle: “Hasta la vista, Hillary”.

De Nydia Egremy para Red Voltaire.

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