jueves, 15 de agosto de 2024

El peronismo en su laberinto (y en su cambalache)

  Otro escándalo más se suma a la larga lista que tiene la clase política argentina, -o como gusta decir a Milei "la casta"-, y es la causa por violencia de género, por los golpes que Alberto Fernández le provocó a su ex-mujer, Fabiola Yañez, en la residencia presidencial. 

 Este grave suceso, -negado sistemáticamente por el ex-mandatario-, se suma a la causa por corrupción, que también tiene por tráfico de influencias, al beneficiar con un multimillonario negocio de seguros a su medio hermano Pablo Galindez y también a su amigo personal, Héctor Martinez Sosa.

 Anteriormente, se habían dado el escándalo del Yategate del ex-intendente Martín Insaurralde, con millones en negocios con el estado, dinero en negro allanado por la justicia y que no supo explicar su procedencia. También se lo vió abordo de un yate de lujo, -aparentemente prestado por un empresario-, en la costa europea de Marbella y con una conocida mujer de la noche.

 Estos y otros tantos casos de corrupción kirchnerista y peronista que fueron dándose en los últimos 20 años, -y que han agotado las páginas de los diarios más importantes de Argentina-, parecen haber dejado un tendal de desconfianza popular hacia un partido importante como lo es el PJ (Partido Justicialista) y su movimiento peronista.

Arriba, Eduardo Duhalde, el político que le abrió las puertas al narcotráfico en la provincia de Buenos Aires y posibilitó la entrada del matrimonio Kirchner a la primera magistratura de Argentina. Al medio, Alberto Fernández, sindicado por la justicia como participe necesario en un caso de corrupcion con los seguros que contrataba el estado. Abajo, Insaurralde con una conocida mujer de la noche, Sofía Clerici.

 Todo este caldo de cultivo de negocios para los amigos del poder con sobreprecios, dádivas y lavado de dinero, tienen un denominador común: el movimiento peronista.

 Dicho movimiento dice representar los intereses de los más pobres, pero lejos está de serlo, pues de los últimos 25 años han gobernado casi 20 y han dejado una enorme deuda económica y social por donde se lo mire, con una moneda cada vez más débil y una inflación histórica desde 1991.

 El Partido Justicialista, - recientemente fue presidente el macho alfa de Alberto Fernández-, parece transitar en círculos o en su propio laberinto de mentiras y engaños. Y como dice la frase popular: "el pueblo no come vidrio y ya no les cree a ninguno de sus lideres partidarios".

Haciendo un poco de historia

 Ellos han gobernado entre 1945 y 1955 con la mano de hierro de un general filo-fascista como lo fue Juan D. Perón (su fundador y líder político-espiritual) Gobierno que fue infelizmente interrumpido por un golpe cívico-militar de la llamada "Revolución Libertadora". Varias décadas depués lo hicieron con el neo-liberal y corrupto de Carlos Saúl Menem, que llevó a la República Argentina a una década de privatizaciones y endeudamiento sin precedentes. También han gobernado en nombre de la izquierda latinoamericana, con el binonio kirchnerista de Néstor y Cristina, mostrándose ambos como salvadores de una debacle que nos sigue poniendo cuesta abajo.

 En fin, ellos mismos se han dedicado a armar un laberinto sin salida. Y la imposibilidad de salir es por los espantosos malos manejos y robos en los que han incurrido por años. El pueblo, -al cual dicen representar-, ya no les cree ni por asomo porque se han mofado del pobre con sus millonarios negocios en la obra pública, bastardeando y erosionando la endeble y poca confianza que les quedaba.

 Sus dirigentes y sindicatos entraron por la puerta chica, pero rapidamente se hicieron ricos y multimillonarios a expensas del pueblo, teniendo que salir ahora por la ventana. También han llevado a un país mega-endeudado a un espiral inflacionaria y de pobreza muy pocas veces vistas en la Argentina.

 Ellos fueron los principales causantes de que un insignificante individuo como Javier Milei, -con alguna ayuda de los medios de comunicación-, tenga visibilidad y gane las elecciones presidenciales del año pasado.

 ¿Este será el fin de los partidos tradicionales en la Argentina? ¿Será el principio de un final anunciado? ¿El peronismo, como movimiento de masas, tiene chances de reciclarse o ha empeñado su nombre para siempre?

 Como escribí más arriba, sus dirigentes han entrado por una puerta angosta, -cuando el país vivía momentos oscuros y donde se necesitaba quien se jugase por el pueblo-, pero ahora caminan por la espaciosa puerta ancha: con cuentas millonarias (en dólares) y con un pueblo que terminará dandole la espalda en las próximas elecciones, o tal vez para toda la cocecha.


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