Se terminó abril y no han cerrado aún las principales paritarias en Argentina. El secretario de comercio, Guillermo Moreno decretó un congelamiento de dos meses para las grandes cadenas de supermercados, luego extendido y acompañado por otro congelamiento: el de los combustibles.
El resultado, a tres meses del experimento morenista, es que la Argentina está al 30% de inflación anual y los combustibles nunca aumentaron tanto como sucedió en este periodo. Se trata de una operación contra la clase obrera para imponer en las paritarias salarios que vayan a la baja mediante cuotas homeopáticas. El gobierno pretextó siempre que el país tiene inflación (aunque nunca lo declaró oficialmente) como efecto de un importante crecimiento económico a tasas chinas, lo cual es falso. La realidad es que la economía está estancada y el país tiene cerca de 140 mil despidos, solo en el sector de la construcción.
La inflación es el tributo, - en realidad uno de ellos porque hay muchos más -, que todos los trabajadores argentinos pagan para financiar la montaña de subsidios a los capitalistas y de intereses de la enorme deuda pública, deuda que es producto de la mega-corrupción y la nefasta gestión de gobiernos que buscaron y aún buscan enquistarse en el poder para hacer sus oscuros negociados.
En todo este estado de cosas, lo que el trabajador argentino hace con este ridículo impuesto que se le tributa, es pagar la creciente devaluación monetaria con su pequeño bolsillo. ¿Y que pasa con el gran bolsillo del empresariado nacional? Bien, gracias.
El llamado "gobierno nacional y popular" ajusta contra el salario y contra las empobrecidas provincias, paralizando obras públicas que muchas veces se pagan con vidas, atentando permanentemente contra la salud y la educación del pueblo, o sea contra el futuro del país.
Otra cuestión de fondo es la reforma de la justicia, que atacará los derechos de los obreros y los derechos a la huelga, preparando al Estado para garantizar todo esto.
Los topes del 20 y el 25% en cuotas, en las paritarias, son ruinosos para el salario. La pretensión de convenios por un año y medio es realmente delirante, pero además, como Cristina (des) actualizó ganancias sobre los salarios en tan solo un 16,6% en el 2013, buena parte de los aumentos que se lograron, se los llevó el Estado y su sistema corrupto y burocrático, sin mencionar los fondos que van a parar a manos de los capitalistas lavadores del dinero de la corrupción.
Ante este cuadro cada vez más difícil, toda la burocracia sindical se encuentra paralizada, todas sus alas están en otra cosa, trenzando candidaturas con enemigos rematados de los trabajadores.
La Coordinadora Sindical Clasista que participa en las cinco centrales sindicales, luchando por una nueva dirección en los sindicatos, impulsa un programa y una campaña de asambleas fabriles y de lugares de trabajo. Se pelea por el 35% de aumento en todos los convenios, de una sola vez y no en cuotas, con clausulas de actualización semestral, por $8.000 de básico - hay que tener en cuenta que el salario promedio de un trabajador argentino está por debajo de los $ 2.500 aproximadamente -, como un rasero general que garantice la canasta de la familia trabajadora.
El impuesto a las ganancias sobre el salario es una humillación a la dignidad del trabajador, - ya mancillada por el establishment económico -, debería ser inmediatamente anulado, dado que lo que se denominaría "impuesto a la GANANCIA", si nos situamos en el real ingreso del trabajador, de ganancia para el bolsillo del trabajador tiene muy poco o nada. Solo basta decir que los sueldos en este país sudamericano no alcanzan para vivir, y que el gobierno, que cuenta con el apoyo de la banca privada y estatal para financiar un sinnúmero de créditos al consumo, apela al famoso tarjetazo y al reparto irresponsable de tarjetas de crédito al público, para sostener un virtual y traumático endeudamiento y así trasladarlo al grueso de la población.
Esto amerita un plan de lucha de todo el movimiento obrero argentino en su conjunto. Hay que reclamarlo desde luego, pero actuar en los lugares de trabajo, en los plenarios de delegados, mediante convocatorias y auto-convocatorias.
La Coordinadora Sindical Clasista levantó junto al Partido Obrero un frente de izquierda con estas banderas en la Plaza de Mayo en el día de los trabajadores mientras la gran burocracia sindical se borró por completo. La lucha política electoral está en marcha y ese será el plan: contribuir a la batalla interior de los sindicatos.