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jueves, 25 de abril de 2013

El genio de Billie Holiday: "Strange fruit", la canción que reveló la maldad.

 Billie Holiday es una de las grandes vocalistas de la historia del jazz, y muchos defienden que es la mejor. Pero bueno, no se trata de hacer competiciones entre voces como Ella Fitzgerald o Nina Simone, porque todas son esenciales y cada una tenía una marcada personalidad. Claramente influenciada por la cantante de blues Bessie Smith, fue una de las primeras que destacó, no sólo por su virtuosismo técnico, es decir, por su asombroso dominio de una voz con la que la naturaleza había sido generosa, sino, sobre todo, por el sello personal que imprimía a cada uno de los temas. 


La inmortal Billie Holiday
 Incluso aunque se tratase de una anodina composición, una pieza de segunda fila destinada a rellenar la cara B, Lady Day (como fue apodada por Lester Young por su elegancia) dejaba su huella, otorgaba profundidez y sentimiento. En definitiva, cantaba como si lo contado en la letra le hubiese ocurrido realmente y, por tanto, le bastase con recordar lo que sintió para trasmitirlo con su voz. Su capacidad emotiva era tal que, en la segunda mitad de los 50, cuando su voz perdió buena parte de su potencia y esplendor (debido al consumo de drogas y alcohol), siguió siendo una excelente vocalista, porque incluso sin una gran voz podía seguir emocionando al oyente. Quizá en eso tenga que ver el hecho de que cantaba como si fuese un instrumento de viento, muchas veces comparada con un saxofón, o como si tratase de imitar, con su voz, la interpretación de trompeta de Louis Armstrong (influencia que, como la de Bessie Smith, ella misma reconoció). Sin duda, una de las grandes artistas del siglo XX. 

 Nacida en Baltimore, el 7 de Abril de 1915, con el nombre de Eleanora Fana Gough, creció con su madre (su padre, Clarence Holiday se fue de casa siendo ella bebé), que era una adolescente al dar a luz. A los 10 años, tres admitir haber sido violada, fue recluida en un reformatorio católico, aunque salió dos años después gracias a un familiar. Junto a su madre, en 1927 se mudó a New Jersey y, pronto, a Brooklyn. Tras trabajar como prostituta, a la edad de trece años realizó su primera audición, y aunque no es seguro, parece que, si no fue a esa edad, sí que, al menos, empezó a cantar regularmente en speakeasys a principios de los años 30. Su descubrimiento se produjo gracias al legendario productor John Hammond, que escribió sobre ella y llevó a Benny Goodman a uno de sus conciertos: el 27 de Noviembre de 1933 debutaba comercialmente con un grupo liderado por el propio Goodman. 

 En 1935 actuó en el Apollo Theater, participó en un film junto a Duke Ellington y grabó hasta cuatro sesiones, con una banda supervisada por el pianista Teddy Wilson. El año siguiente estuvo de gira con grupos liderados por Fletcher Henderson y Jimmie Lunceford y, en 1937, grabó con la Count Basie Orchestra (con la que estuvo de gira un año, hasta ser despedida), en la que conoció al saxofonista Lester Young (al que apodó Pres) y al trompetista Buck Clayton, con los que inició una relación de amistad y con los que grabaría algunos de sus temas más memorables a finales de los 30. Tras su experiencia con la orquesta de Count Basie, fue fichada, en 1938, por Artie Shaw. El problema es que la big band del clarinetista estaba formada exclusivamente por músicos blancos y, en aquella época, no era habitual que una cantante negra formara parte de una orquesta de blancos, así que, debido al racismo imperante en Estados Unidos, y tras sufrir todo tipo de vejaciones y discriminaciones, tuvo que dejar el grupo, muy a su pesar. 

 Tras esta nueva frustración, empezó a cantar en el club Café Society, apoyado por John Hammond y creado por Barney Josephson, en el que blancos y negros compartían tanto mesas como escenario, algo revolucionario en aquellos años. Fue allí donde cantó por primera vez el tema que le llevaría a la fama, el polémico Strange fruit. Se trata de una denuncia del asesinato de negros, compuesta por Lewis Allen que, naturalmente, fue prohibida por la mayor parte de radios estadounidenses e incluso en Inglaterra. Aunque, inicialmente, Holiday no se interesó por el tema (al no comprender la letra), se convirtió en su tema insignia, con el que cerraba cada noche sus actuaciones en el Café Society. El tema fue grabado por Commodore (el sello de Milt Gabler), al ser rechazado por John Hammond (no por su contenido), con el que le ligaba un contrato para Columbia y que, por tanto, propició su libertad discográfica. A pesar de la ya mencionada censura radiofónica, el creciente mercado de los jukebox hizo de Strange fruit un hit (algo en lo que también contribuyó el hecho de que, en la cara B, estuviera incluido el tema Fine and mellow). Hasta 1944 siguió grabando para Columbia Records, consiguiendo un nuevo éxito con su más conocida composición, God bless the child. Ya en Decca, cosechó un tercer hit con Lover man, grabando también piezas tan memorables como Tain’t nobody’s business if I do, Them there eyes o Crazy he calls me. 

 La segunda mitad de la década no fue tan favorable, porque su complicada vida amorosa, la muerte de su madre, su adicción al opio y, posteriormente, a la heroina y el fracaso comercial de la big band que había creado con Joe Guy, supusieron el inicio de una decadencia que la llevaría a pasar ocho meses en prisión por posesión de heroina. Sus problemas con la droga acabaron con sus actuaciones, y sólo se mantenía activa musicalmente en estudio, primero para Decca y, desde 1952, para Norman Granz y su sello Verve Records. En estas grabaciones de los 50, especialmente las de la segunda mitad, de aprecia la pérdida de sus facultades vocales, pero siguen siendo igualmente recomendables por la intensidad de sus interpretaciones. En la recta final de su vida, realizó una exitosa gira europea (1954), publicó la autobiografía Lady sings the blues (1956), apareció por última vez en televisión para la CBS, junto a Wester, Young y Hawkins (1957) y grabó Lady in satin, uno de los LP con los que clausuró su impresionante discografía. El 17 de Julio de 1959 moría de un ataque al corazón. Desde entonces, su prestigio y popularidad no han parado de crecer y, afortunadamente, prácticamente todo su trabajo ha sido reeditado.

 Para muchos, Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Carmen McRae, Betty Carter, o algunas de las cantantes contemporáneas, como Diana Krall, Dee Dee Bridgewater o Diane Reeves -siendo todas ellas excelentes- no han abarcado las distintas facetas de la profunda marca dejada por Billie Holiday. Probablemente no tuvieron el tipo de vida que ella tuvo.

 Como buena vocalista de jazz, Billie Holiday cantó con algunos de los más importantes solistas de su época: Lester Young, Ben Webster, Coleman Hawkins, Roy Eldridge, Barney Kessell, Gerry Mulligan, Harry "Sweets" Edison y muchos otros, a quienes dejaba suficiente espacio para improvisar con sus instrumentos. No obstante, siempre lo que más se acentuaba eran su estilo y su voz tan personales.

 La historia de Billie Holiday fue llevada a la pantalla con la cantante y actriz Diana Ross, en la película de Hollywood "Lady Sings The Blues", estrenada en 1972.

 Pero como muchas cintas cinematográficas, esta película es sólo un bosquejo de la vida y obra de Billie en el mundo del jazz.

Comienzos duros.

 Billie Holiday sufrió muchas penurias en sus primeros años. Su padre, un músico de 18 años de edad, abandonó la familia cuando ella era muy pequeña y su madre, de 16 años, sumida en la miseria, se vio obligada a dejar a la pequeña Billie en la custodia de familiares que abusaron constantemente de la menor.

 A los 11 años sufrió el trauma de la violación y vivió con hambre, privaciones y apuros durante un largo tiempo.

En la actualidad se la considera como
una de las más destacadas vocalistas
de toda la historia del jazz.
 Al cumplir 14 se trasladó a Nueva York, donde trabajó como sirvienta y luego como prostituta. Según versiones legendarias, a los 15 años cantó "Body And Soul" ("Cuerpo y alma"), en un club de jazz, y su interpretación fue tan dramática que dejó al público asistente con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta.

 Desde entonces comenzó a cantar en bares, restaurantes y clubes. Cuatro años después grabó su primer disco con la orquesta de Benny Goodman.

 En el año 1935 consiguió su primer contrato de grabación bajo su nombre y, aunque las canciones que le pidieron cantar no eran las mejores, normalmente reservadas para vocalistas de renombre de la época, Billie las hizo famosas por la forma tan peculiar de su interpretación.

Rúbrica individual.

 La calidad de su voz no era operática y su rango no era muy amplio, pero Billie Holiday tenía la habilidad natural de imponerle a su canto un hálito de vida, pleno de sentimiento, emoción y humanidad, haciendo uso de "glissandos" y pausas musicales.

 Ponía todo su corazón en cada nota musical. Esto lo lograba en forma genial, retozando con la síncopa y el swing. A ello se agregaba su timbre de voz único, inimitable e inconfundible. Ésa fue la fórmula que la llevó a la fama.

 Si bien su estilo ha sido imitado hasta el día de hoy, o ha servido de base para desarrollar otros -como los de Betty Carter o Cassandra Wilson-, Billie Holiday jamás ha sido igualada y fue la pionera de esa forma de cantar que ha influido sobre cientos de vocalistas posteriores, incluida la joven Norah Jones.

 En la primera parte de su carrera, Billie Holiday grabó con el sello Columbia junto a músicos como Benny Goodman, el pianista Teddy Wilson y el saxofonista Lester Young.

 Con este último tuvo una simbiosis extraordinaria: parecía que ambos habían nacido el uno para el otro. La forma de tocar el saxo de Young era el equivalente de la forma de cantar de Billie. Ambas, susurrantes y cálidas, se complementaban perfectamente.

 En esos años muchas de las canciones grabadas por ella estaban destinadas a las "rocolas" o tocadiscos operados con monedas. Sin embargo, Holiday las transformó en clásicos del jazz.

Linchamientos.

 Su popularidad creció y durante la Segunda Guerra Mundial fue una de las cantantes favoritas de las tropas apostadas en el frente de batalla.

 Fue en esa época en que compuso su canción anti-racista "Fruta extraña", en la que describe víctimas de linchamientos colgadas de árboles, que le aumentó su fama internacional.

 Durante la década de los 40 grabó también con el sello Decca y la mayor parte del repertorio estuvo constituida por canciones acompañadas por grandes orquestas de cuerdas que, aunque bastante impresionantes, se alejaron del jazz.

 No obstante hubo también varias composiciones suyas que pasaron a ser clásicos del repertorio del jazz: "God Bless The Child" y "Loverman", entre otras.

Aprietos de drogas.

 En la década siguiente Billie Holiday grabó algunos de sus discos más "jazzísticos", en una etapa madura de su carrera, con algunos de los más famosos instrumentistas del jazz, muchos de los cuales estaban trasladándose del swing a los estilos "be-bop" y "cool".

 Fue una época rica en lo musical para el jazz. Pero, a diferencia de lo que sucedía con su creación artística, el instinto de Billie Holiday ante la vida misma dejaba mucho que desear.

 Ya a fines de los 40 Billie había pasado un período de más de un año en un reformatorio por problemas de drogas. Se enamoró de rufianes que la explotaron, le robaron dinero, abusaron de ella y la hicieron adicta a la heroína. Pasó más períodos en prisión.

 Por eso, al llegar la década de los años 50 su voz se encontraba un poco más insegura, no obstante su capacidad para interpretar canciones con mucho sentimiento aumentó y realizó giras internacionales.

 Muchos críticos y autores de libros sobre la historia del jazz señalan que su trabajo en esa década, principalmente con el sello Verve, fue el mejor de todos. Y al escuchar sus grabaciones, uno no puede evitar encontrarles la razón. Fue sin duda su mejor período artístico, a pesar del cambio en su voz.


 La gran paradoja que dejó Billie Holiday es la de una creación musical de gran genio, que la elevó a la fama y la colocó en la galería de los músicos famosos del siglo XX.

 Pero ello en el marco de una atormentada vida llena de penurias y miserias que la acompañó hasta el final, cuando la policía llegó a arrestarla, bajo cargos de narcóticos, mientras se encontraba en su lecho de muerte, en 1959.

La prohibición.

 “Strange Fruit" sonó muy poco en las radios, sin embargo llegó al puesto 16 en las listas de popularidad. Eran tiempos difíciles para la lucha por los derechos civiles. El ala segregacionista del Partido Demócrata jugaba un papel preponderante en la administración de Franklin D. Roosevelt. 

 El consenso era que la batalla por la equidad racial y contra los linchamientos formaba parte de la agenda comunista. Tanto así que en 1941 el profesor Meeropol debió atestiguar frente al comité Rapp-Coudert, establecido por el estado de Nueva York para investigar la supuesta influencia comunista en las escuelas públicas. Allí se le preguntó si el Partido Comunista le había encargado o pagado la creación “Strange Fruit”. Muchos clubes impidieron que Billie Holiday interpretara el himno de una lucha, cuya exitosa culminación es, sin duda, la presencia de un presidente negro en la Casa Blanca, setenta años después de que por primera vez ella interpretara esa canción.

Canción del siglo XX.

 “Strange fruit” fue calificada como la canción del siglo por la revista “Time” en 1999.

 Ha sido grabada por diversos artistas, principalmente de jazz y blues, como Nina Simone (1933-2003).

 En los últimos años la han cantado Diana Ross, George Michael, Cassandra Wilson y Tori Amos.

 U2 le rinde homenaje a Billie Holiday con “Angel of Harlem” (El Ángel de Harlem), en su disco Ratlle and Hum.

 En octubre de 1939 el periodista Samuel Grafton de “The New York Post” escribió “Si la rabia de los explotados en el sur alguna vez se alza lo suficiente, ahora tienen su Marsellesa”.

Historia de "Strange fruit".

 En el principio hay una foto, un tipo de ojos desorbitados mirando a cámara y señalando lo que para él debería ser el referente fotográfico, expresivo en sí mismo. Sin embargo el plano es más amplio, y además de Thomas Shipp y Abram Smith colgando de unos árboles después de haber sido linchados, están todos los demás, los sombreros prolijos e incluso el tipo éste de ojos saltados que señala un trabajo satisfactorio.

 La foto la sacó Lawrence Beitler un 07 de agosto de 1930 en Marion, Indiana, y testimonia una practica al parecer naturalizada. Thomas y Abraham, los dos afro-americanos que cuelgan, habían sido agarrados la noche anterior, sospechados de haber matado a un obrero blanco y haber violado a su novia. Una multitud entonces irrumpió en la celda donde estaban alojados y con la cooperación de los propios policías los terminaron linchando.

 En una segunda instancia hay un poema llamado “Strange Fruit” que Abel Meerepol, un profesor del Bronx, escribe a partir de esta foto, y que es publicado en el New York Teacher en 1936 bajo el pseudónimo de Lewis Allan. El propio Meerepol se encarga más tarde de ponerle música a su poema, por lo que, en una tercera instancia hay entonces también una canción. En una cuarta Barney Josephson, fundador del Cafe Society, la escucha y decide pasársela a Billie Holiday, quien la interpreta majestuosamente en 1939. A Holiday la canción le recuerda la forma en que murió su padre, afectado de neumonía en Dallas, yendo de un hospital a otro, y siendo rechazado cada vez de forma discriminatoria. Cuatro instancias que culminan en una interpretación sencillamente conmovedora: cada vez que Holiday en un club nocturno empieza a cantar la canción, los camareros dejan de servir las mesas, las luces se apagan, y un foco único la ilumina en escena, con los ojos cerrados, como si estuviera a punto de emitir una plegaria.


Fuente: www.avizora.com

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